Crítica de VICTORIUS - Heart Of The Phoenix

La verdad es que no sé si es peor escuchar un disco que no te gusta o uno que no te transmite absolutamente nada. Cuando no te gusta al menos reaccionas ante un estímulo, por negativo que sea, pero escuchar música y que parezca que tienes la tele de fondo es una sensación bastante triste y eso es lo que ha pasado con "Heart Of The Phoenix", el nuevo trabajo de VICTORIUS.

"Heart Of The Phoenix" es el cuarto álbum de los alemanes VICTORIUS, y se amolda punto por punto al decálogo del buen power metalero, esto es, melodías por doquier, coros épicos, velocidad y doble bombo a raudales… pero no me llega. Es todo tan genérico y tan mil veces visto que no le cojo el punto a ningún tema, y que la voz sea además tan planita y falta de energía desde luego no ayuda nada.

Técnicamente no se le puede poner ninguna pega al trabajo, cuenta con cristalina producción y buena ejecución instrumental de todos los componentes. Los once cortes del disco apenas levantan el pie del acelerador, con alguna reminiscencia a STORMWARRIOR en la inicial “Shadowwarriors”, o el magnífico solo de guitarra de “Hammer Of Justice” como aspectos más destacables. Si que se relaja un poco el tempo en los temas “Die By My Sword” y “Sons Of Orion”, que conforman la parte central del disco y dejan asomar ciertas influencias de HAMMERFALL, sobre todo en lo referente a la parte vocal, pero hasta aquí pueden llegar mis apreciaciones. Todo lo demás lo puedo resumir con un “está bien, pero no me dice nada”.

No quiero desanimar a ningún fan del Power Metal con la reseña, es más, les insto a darle una escucha a este “Heart Of The Phoenix” porque probablemente le puedan sacar mucho más provecho que yo, pero ponerme a escribir generalidades, que si las guitarras son afiladas, el bombo incesante, los coros majestuosos… sólo por rellenar o quedar bien, no va conmigo. Disco genérico de Power Metal que podrán disfrutar los más recalcitrantes seguidores del estilo, pero hace 15 años no hubiera sido un disco para recordar, y ahora menos aún…

R. Casparez