BOLT THROWER: Sus discos imprescindibles

Bolt Thrower

Un repaso por los mejores álbumes y canciones de BOLT THROWER

Hace poco, cuando el 2016 ya iba empezando a decir adiós, también se despedía con carácter permanente BOLT THROWER. La imperturbable banda inglesa de Death Metal que nos había dejado una colección de increíbles discos y cuya formación siempre había ido yendo y viniendo de largas pausas en las que no se sabía exactamente si seguía activa.

La más prolongada de todas se produjo desde la edición del último álbum de estudio “Those Once Loyal”, que editado en 2005 no ha llegado a tener continuidad. Desde entonces la banda se dejaba ver con cuentagotas en fechas muy selectas. Algunas memorables, como aquel Bolt Fest que celebraba los 25 años de BOLT THROWER entre amigos como DISCHARGE, AUTOPSY, BENEDICTION o VALLENFYRE.

El punto de inflexión lo puso la muerte de su último batería, Martin Kearns, en 2015, que aunque sólo había participado en un par de discos del combo, había estado con ellos casi dos décadas. Silenciosamente y casi sin bombo, BOLT THROWER decía definitivamente adiós en septiembre de 2016, dejando tras de sí un legado increíble de álbumes esenciales en la historia del Death Metal. He aquí una pequeña muestra de los mejores discos de BOLT THROWER, que pasaron a la historia,


Realm Of Chaos: Slaves To Darkness (1989)

Realm Of Chaos - Slaves To Darkness

La particular cruzada bélica de BOLT THROWER había comenzado un año antes con “In Battle There Is No Law!” precedido de las típicas sesiones con John Peel y un puñado de demos desde 1986. Sin embargo aquel disco pecó de la ingenuidad del principiante y la producción ocultaba todo el potencial de la banda, de sus típicas cadencias, de sus ataques de inspiración Grind y de la cavernosa voz de Karl Willetts. Por ello el auténtico arranque del sonido BOLT THROWER fue “Realm Of Chaos: Slaves To Darkness”, y su icónico tema título o esa joya cabeceante que es “World Eater”.

También fue un disco ambicioso en todos los sentidos, no sólo la producción de Digby Pearson y Colin Richardson, sino también por su conexión con la saga Warhammer cuyo título cogieron prestado y que les generó problemas legales tanto por su portada como por el propio título. De hecho en 2005 Earache reeditó el disco pero modificó el artwork y acortó el título, ante el rechazo de la propia banda que ya había roto hace tiempo relaciones con la discográfica inglesa.


“Realm Of Chaos: Slaves To Darkness” es un disco a medio camino entre el Death a medio tiempo y el Grindcore salvaje. Los solos se afilan y beben de la escuela CARCASS, pero las estructuras y los ritmos combinan tanto los blast beats más veloces, como los tempos más groovies. La posterior evolución de la banda empieza a ser evidente en temas como “Through The Eye Of Terror”, cuyo inicio se basa en un adictivo y putrefacto riff que despliega toda su capacidad bélica con parsimonia y tenacidad.

El sonido característico de BOLT THROWER empieza a gestarse aquí. Ese sonido que la banda mantuvo con imperturbable convicción a lo largo de su existencia y que nos daba justo y exactamente lo que buscábamos en cada nuevo lanzamiento. Otros temas que reflejan esta raíz que es un puro tanque de lento avance y pesado movimiento son los citados “World Eater” y el propio “Realm Of Chaos”. Combinando el Groove con el ataque más puramente Grind y dando protagonismo a la profunda voz de catacumba de Willets.

Maquinaria pesada que se lanza sin dudas a la batalla llena de parafernalia y de Metal. Con el pulso firme de Jo Bench llenándolo todo y las guitarras de Gavin Ward y Baz Thomson, mientras el constante y mecánico Andy Whale mantenía el firme pulso del hierro. La batalla ya había comenzado unos años antes, pero “Realm Of Chaos: Slaves To Darkness” era el ataque definitivo que BOLT THROWER tenía que dar para que sus líneas avanzaran por el territorio enemigo.

Raúl Ureña


The IV Crusade (1992)

Bolt Thrower The IVth Crusade

BOLT THROWER, uno de los nuestros. Uno de los grupos que mejor representa, no sé de hecho si el que mejor, esa pertenencia incorruptible que tantos juran y no pocos abandonan después para dolor generalizado de una gente, la del Metal, capaz de perdonar muchas cosas menos precisamente esa. Que para algo nos pasamos la vida discutiendo en quiénes confiamos y en quiénes no. En el gran esquema del universo, esto no es importante. En el asunto que nos ocupa es capital. Y a BOLT THROWER siempre lo hemos percibido así: uno de los nuestros, inquebrantable y orgulloso. Fiel, inmaculadamente coherente, incapaz de traicionarse y a años luz de querer “expandir su universo sonoro” en forma alguna. Su ética les hizo extraordinarios pero no conviene olvidar que lo que les hizo eternos fue su música.

Y esa música quedó definida en su cuarto trabajo, “The IV Crusade”. Sé que para muchos es mejor el anterior “Realm Of Chaos” y para unos pocos el siguiente “…For Victory”. Y me cuento entre quienes terminaron asumiendo que a pesar de ser el último disco, “Those Once Loyal” era también, seguramente, el mejor. Pero “The IV Crusade” encapsula lo que desde entonces (1992) convenimos en llamar el sonido BOLT THROWER. Lo anterior fue un delicioso proceso de crecimiento y lo posterior una cadencia de solidificación en la que se permitían variaciones sobre los mismos temas. Los ingredientes se dosificaban de distinta manera pero la receta original está aquí, en uno de los mejores discos de la historia del Death Metal. Ya desde su inicio con el tema título:

La “entrada de los cruzados en Constantinopla” de Delacroix pone un inconfundible rostro a un trabajo que regresa a la cuarta cruzada, en el siglo XIII, y que expande su temática, al menos lo justo, más allá de la obsesión bélica que ha definido a BOLT THROWER. Casi en contraposición al anterior “War Master”, un disco evidentemente menor entre dos monstruos como “Realm Of Chaos” y este, el grupo de Coventry baja revoluciones y se asienta en el que ya nunca dejaría de ser su estilo: crujiente, retumbante, épico y con ese inconfundible gusto por el medio tiempo preciso y aplastante. Bélico.


Es en este disco cuando BOLT THROWER se siente lo suficientemente seguro con su juego como para librarse de unos cuantos adornos y lanzarse a la yugular de su música, a la médula: más es menos. La batería, los riffs… todo adquiere esa excepcional concisión a la que desde aquí nos acostumbramos pero que nunca volvió a sonar tan excepcionalmente bien… hasta, insisto, el inesperado final.

Hay ecos de Doom Metal y una atmósfera hasta entonces inimaginable para el grupo. Hay unos excepcionales riffs y solos que deslumbran entre melodías que por entonces parecían emerger de forma imposible en medio de semejante carnicería. Y el sonido tiene esa aspiración enfermiza y sucia del Death Metal clásico. Porque también hay que decirlo: para los que ya estábamos allí entonces siempre será mejor el sonido de su etapa en Earache que el mucho más limpio de los años en Metal Blade.

Todo lo mejor de BOLT THROWER, lo que lo convirtió en un grupo aclamado en el underground y respetado hasta la devoción por casi todos, seguidores o no, está en este disco, una formulación prácticamente perfecta de lo que era y fue BOLT THROWER. Una que parecía que jamás sería superada hasta que llegó “Those Once Loyal”.

Juanma Rubio

…For Victory (1994)

... For Victory

“They shall not grow old
As we that are left grow old
Age shall not weary them
Nor the years condem.
At the going down of the sun
And in the morning
We will remember them.”

Con esta Oda de Laurence Binyon cierra el tema “… For Victory” del quinto disco de igual nombre de BOLT THROWER. El sonido del grupo ya estaba totalmente asentado en sus propios principios y aunque “…For Victory” iba a suponer algunos cambios de formación (como la de su particular cantante Karl Willets y la de su batería Andy Whale), también iba a poner la guinda al pastel bélico de BOLT THROWER. Para mí “…For Victory” es el álbum de la épica y de la victoria, nunca mejor dicho. Donde el Groove y los pasajes de inspiración Doom culminan con unas melodías grandilocuentes de batalla que desde la introducción instrumental de “War” quedan claras.

La sombría portada es una foto de soldados británicos, tomada durante la guerra de las Islas Malvinas, en la que Argentina entró en guerra con el Reino Unido. Esto habla del interés que BOLT THROWER siempre tuvo por el tema bélico.

Nuevamente Colin Richardson detrás de los controles, pero las guitarras de Ward y Thomson suenan más hímnicas que nunca, a la vez que pesadas y llenas de volumen rítmico. Así se aprecia ya en el primer corte como tal, “Remembrance”, con algunos de los pasajes más ralentizados de la historia de BOLT THROWER y que es un tortuoso canto de rabia ante la situación mundial. Pesadez que se torna en fuerza y batalla en el luminoso “When Glory Beckons”, con todo lo que uno necesita para disfrutar de la maquinaria bélica de BOLT THROWER y ese halo épico que caracteriza este trabajo.

Uno sin querer no va a dejar de cabecear en ningún momento y va a sentirse embebido por el poder armamentístico de la artillería pesada de BOLT THROWER y para muestra, otra más, otra cualquiera, en la segunda mitad del disco “Lest We Forget”, tema groovie y lleno de síncopas que sirve para deleite de nuestros instintos más guerreros, con su coro principal: “Lest we forget, thoughts will always haunt the mind. Lest we forget, the bitterness remains”.

Raul Ureña

Those Once Loyal (2005), el último disco de BOLT THROWER

Bolt Thrower Those Once Loyal

En 2005, y me resulta imposible asumir que han pasado ya casi doce años, BOLT THROWER lanzó “Those Once Loyal”, el que por entonces ni por asomo parecía el último disco de un grupo que recuperó la voz de Karl Willets y una energía que parecía acercarse a la reserva en los buenos pero no extraordinarios “Mercenary” y “Honour-Valour-Pride”.

La producción es la mejor del grupo en Metal Blade, con un novedoso foco en el bajo de Jo Bench, una excepcional pionera en el Metal Extremo que sirvió de espejo a muchas de las mujeres que, demasiado poco a poco, han ido sumándose al lado activo de la escena. El fallecido Martin Kearns también hace su mejor trabajo en unas ráfagas demoledoras de batería. De pronto, BOLT THROWER alcanzaba su techo con un disco que arrancaba con los riffs y la melodía, desde ese momento icónica, de una de las grandes canciones de su historia:

El respeto a la vieja escuela, los sorprendentes guiños a tiempos muy pretéritos sin distanciarse de la máxima magnitud épica, aplastante y melódica de su sonido convierte a las canciones de este disco en, seguramente, el momento de mayor inspiración de un grupo que tenía casi dos décadas de vida cuando lo grabó. BOLT THROWER abraza el drama de la Primera Guerra Mundial con canciones que efectivamente huelen a trinchera y gas mostaza.

Como curiosidad, la fotografía de la portada está tomada de la parte de atrás de un monumento situado en el St. James´s Park londinense. Está dedicado a un cuerpo de élite de la Primera Guerra Mundial, una unidad de infantería británica denominada Guards Division. BOLT THROWER siempre mostró su gusto por esta temática.

Después, la historia es conocida por casi todos. BOLT THROWER se plantea grabar el que hubiera sido su noveno disco pero decide a tiempo que lo que están produciendo es mucho peor que “Those Once Loyal”. Y recuerda que siempre se había prometido no grabar con el piloto automático y dejarlo estar cuando no sintiera que lo que estaba haciendo podía estar al menos a la altura de lo que había hecho.

Era una difícil de disimular antesala de la retirada efectiva, a partir de ahí embocada y dada por segura tras la muerte de Kearns y el anuncio de que el puesto de batería de BOLT THROWER “sería enterrado con él”. En la decisión de no grabar ese noveno disco estaba la asunción de que “Those Once Loyal” era un hito, la materialización más perfecta posible de su música. Allí viajaba también la absoluta sinceridad de un grupo que jamás comprometió su palabra y jamás dio un paso en falso. Uno de los nuestros, efectivamente, pero sobre todo los mejores en los suyo. Y siempre leales.

Aunque entonces no lo sabíamos ni lo deseábamos, es difícil imaginar un cierre mejor para una trayectoria absolutamente legendaria que la última pieza de ese último disco, una obra maestra dentro de una obra maestra: “When Cannons Fade”.

As the silence grows
Steadily replacing
The resonance of thunder
Deep in the soul

Juanma Rubio

Más sobre BOLT THROWER en su web oficial.

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De la vieja guardia a base de cumplir años, y ya van suficientes como para que cumplirlos sea una putada. Me gano la vida escribiendo y llevo más de un cuarto de siglo escuchando Metal. La gran constante de una vida que me paso intentando cumplir aquello de que hay que ser de los buenos porque ya hay demasiados de los malos en el mundo.

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