"Eve" es la esencia de una banda madura
La oscuridad tiene mil caras. La brutalidad tiene muchas formas, el mal se presenta en esencias que a veces resultan perfectamente obvias y otras nos dejan perplejos. Y BALMOG, en un nuevo disco (“Eve”) trascendental en su evolución como banda se ha propuesto recordárnoslo, colarse por nuestras ventanas e inocular en nuestros corazones la esencia del terror febril, de las alas aterciopeladas de la noche. Así suena, juraría que a eso suena, un disco que se evita muchas fronteras y que juega con una baraja más expansiva que verdaderamente experimental. Sorprendente, cargada de personalidad.
Creo que eso es lo que más me gusta de “Eve”: BALMOG suena a BALMOG. Suena a mil cosas, pero todas confluyen en una, la esencia de un grupo maduro, seguro de sí mismo, con talento y visión. Después de casi dos décadas de carrera y de, como tantos otros grupos de la escena extrema española, hacer más ruido fuera que dentro de nuestras fronteras, “Eve” emerge como punto de inflexión, paso en firme hacia el futuro de esta banda gallega que tardó casi una década en lanzar su primer disco pero que en seis años ha puesto tres en circulación, este último el cuarto en total, la gran obra (por ahora) de unos músicos cuya propuesta repta por las entrañas de la imaginación.
Sutil, muy evocadora, de una candidez engañosa y una brutalidad más palaciega que cavernosa, de más exceso teatral que minimalismo purista. BALMOG sigue siendo Black Metal, esa es su esencia. Pero la hoja de ruta se permite meandros que recorren, diría, décadas de música oscura, desde el Occult Rock a la barbarie nórdica, de lo psicodélico a lo cósmico. De la veta más maldita del Rock a las simas más insondables del Metal Extremo. Nada lo ejemplifica mejor que “Desacougo”, la pieza central del disco. El gran ritual.
Las mil caras diferentes del Black Metal de BALMOG
Si eso te suena bien, este disco te va a gustar. En sus mejores momentos, tiene un carisma furtivo, un aroma embriagador a noche (insisto) y pecado, a mal que reverbera entre ecos que van de SISTERS OF MERCY a MAYHEM. Y cito a estos grupos porque BALMOG los usa para cartografiar su nuevo sonido, entre otros, y creo que acierta. “Eve” es una especie de respuesta en clave Black Metal a la evolución que tuvieron desde el Death grupos como TRIBULATION y MORBUS CHRON. Diría más: hay algo en la parte más bizarra de este disco que me recuerda a CELTIC FROST. Puede que más por espíritu que por sonido. O puede que me explique mejor si digo que este trabajo debería gustarle, o eso creo, a Tom G. Warrior.
Las partes ambientales (“Agnus Dei” sobrecoge) tienen un peso enorme en el resultado final del disco, estratégicas y nunca simple relleno. Algunas verdaderamente aterradoras, material para poblar pesadillas; para correr a encender la luz. Las descargas Black son gélidas, repetitivas y obsesivas: como debe ser. Pero se desestructuran entre páramos góticos y solos rockeros, destellos psicodélicos o ritmos Post Punk. El resultado, insisto porque es importante, no es un cajón de sastre ni una amalgama experimental y dispersa: es un sonido compacto, con mirada y temperatura de reptil, con una intención clara y precisa y un aura demoníaca, en ese sentido profundamente Black ya que en otros se permite licencias casi (para los más puristas) libertarias.
Ese misterio decantado y aterciopelado que adopta formas muy cambiantes para volver siempre a su esencia, al corazón más negro de Galicia, es el gran triunfo de “Eve”. Un muy buen disco, una muesca más en el excelente muestrario del Metal Extremo español y un sonido que rompe algunos moldes y se atreve a crear sus propios códigos. Los que, tal vez, produzcan en el futuro un disco definitivo, la gran obra que BALMOG está rondando, ya definitivamente. “Eve” es muy bueno, pero quiero pensar que es, por encima de eso, el anuncio de algo mayor, mejor. Veremos.
Discográfica: War Anthem Records
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