Tras diversos cambios de formación, “17th Street” supone el quinto disco de los norteamericanos HAMMERS OF MISFORTUNE y su primera referencia bajo los auspicios de Metal Blade Records. Sin haber escuchado su discografía completa, si puedo afirmar que continúa en una senda ascendente en lo que a nuevos hallazgos estilísticos se refiere. Por mucho que se intente explicar, hasta que el interesado no se enfrenta directamente a la escucha del LP, no es posible hacerse una idea exacta del género o estilo musical que practica esta banda. Algo digno de alabanza en estos tiempos que corren, donde lo análogo y similar está a la orden del día hasta dentro del arte, lo cual es bastante desazonador. Sus influencias son bastante variadas y ellos se encargan de demostrarlo en cada una de las pistas que conforman el disco aunque, si bien sus creaciones pueden ser englobadas bajo la etiqueta del Heavy Metal Progresivo, no se quedan ahí, teniendo capacidad de sorprendernos con pasajes más sinfónicos, psicodélicos o directamente folk.
A pesar de, como hemos dicho antes, poder acogerse bajo la etiqueta del Progresivo, no es la típica banda que basa su impacto en la velocidad o en la complejidad de sus composiciones, sino que viaja hasta un estadío anterior de este término, llegando al oyente por en una hábil y variada mezcla de estilos practicados con sutileza y buen gusto. En esta variada fórmula también podemos encontrar ramalazos a la NWOBHM o al Doom más tradicional.
Una de los principales hallazgos para su personal sonido es la voz de Joe Hutton, que imprime una singular emotividad y expresividad a los temas de la banda. Además de las guitarras, también podríamos destacar el trabajo del teclado, que realiza una soberbia labor a lo largo de toda la obra, añadiendo mucha profundidad a las composiciones y colaborando profusamente en el estilismo más progresivo del álbum.
El disco cuenta con nueve temas en total. No voy a comentarlos todos, algo dejaré para que descubra cada uno, pero si haré referencia a los más llamativos bajo mi punto de vista. Adelante.
Comenzamos con “317”, el primer corte, seguido del que da título al álbum “17th Street”. Dos temas con guitarras a la NWOBHM, especialmente el segundo, donde nos muestran ya sus signos de identidad y los parámetros que definen su música: cuidados arreglos, narrativas sofisticadas y notable presencia de los juegos de voces.
Uno de los mejores temas del disco es “The Grain”, elegido como single. Comienza con una pulsante línea de bajo, completada con una serie de riffs y unos teclados directamente sacados del rock progresivo setentero. Cuenta con una excelente melodía vocal y un grandísimo estribillo bien provisto de coros. Genial y emotiva la parte del solo, con esas guitarras dobladas y el sentimiento nostálgico a flor de piel.
Tras “Staring (The 31st Floor)”, el corte con las guitarras más pesadas de todo el disco, con una voz que acompaña perfectamente el sentimiento doomster que desprende, nos topamos de bruces con “The Day The City Died”, que, sin lugar a dudas, se corona como mi corte preferido de todo el disco; una canción que gloriosa y perfectamente podría haber campado a sus anchas en los surcos del vinilo de alguna de las grandes bandas del Rock Sinfónico en los dorados años setenta. Un tema que sigue la estela de “The Grain”, en lo que a melodías se refiere, y que no me canso de poner una y otra vez para deleitarme en cada una de sus partes. Magnífico.
En “Summer Tears” encontramos una balada de influencia clásica, que personalmente me ha recordado a QUEEN por el tipo de composición y algunos arreglos. Desprende mucho sentimiento y es un perfecto soporte para una letra llena de sinsabores.
La última canción y más larga, con una duración de más de diez minutos, es “Going Somewhere”. Una buena pieza para cerrar el álbum, sirviendo como culmen a todo ese sentimiento de pérdida y tristeza que emana toda la obra pero que no llega a disfrutarse más porque llega un momento en que tiende a una repetición excesiva. Eso sí, la parte del solo vuelve a ser muy buena y llena de posibilidades de empatizar con el oyente.
Lejos de la sobreproducción de la que hacen gala muchas otras bandas, encontramos aquí una producción compacta y poderosa, con cada instrumento ocupando su espacio vital sin interferir en el trabajo del resto, pero, lo más importante, sonando a su vez muy orgánica y natural.
Gracias a la versatilidad demostrada, juegan con la baza de poder atraer de la misma forma al seguidor de IRON MAIDEN o JUDAS PRIEST que al de DREAM THEATER. En sus momentos más cercanos al Metal tradicional pueden recordar a una versión menos heavy de SLOUGH FEG (de los que Corbett fue guitarrista en tres discos) y, en general, al Heavy Metal americano más tradicional, encarnado por bandas como los legendarios MANILLA ROAD o al más progresivo y épico de los italianos DARK QUARTERER.
En resumen, encontramos un álbum plagado de arreglos sofisticados y narrativas muy cuidadas, dos de las principales cualidades que nos regala este “17th Street”. A través de estas elegantes armonías, podemos navegar por pasajes de lo más variado, pero siempre realizados con sumo gusto y enfocados a resaltar esa lírica desencantada con el mundo que nos ha tocado vivir. Una idea perfectamente plasmada en esas letras de carácter melancólico y meditabundo con las que cuenta el álbum. Una sensación que permanece un buen rato flotando en el aire después de haber finalizado la última nota del disco.
Pedro J. Cuadrado Redondo