Crítica de OBITUARY - Ten Thousand Ways To Die

OBITUARY - Ten Thousand Ways To Die

Los de Florida siempre están dando de qué hablar con lanzamientos discográficos y giras. La idea es estar en permanente actividad, y en este caso OBITUARY ha optado por seguir levantando la mano mediante un par de temas nuevos y varias grabaciones en directo realizadas en 2015 por Norteamérica, incluyendo tomas de Estados Unidos y Canadá de diversas canciones, tanto clásicos como cortes de “Inked In Blood”.

Y es que en aquella gira precisamente OBITUARY presentaba ese álbum, estando presentes “Centuries Of Lies” y “Visions In My Head”, pero siempre hay mucho espacio en sus shows para los inevitables “Don´t Care”, “Chopped In A Half” o “Slowly We Rot”, como atestigua esta grabación. Registrados a su paso por Toronto, Phoenix, Tampa, Chicago o Fort Lauderdale entre otras ciudades, en general las canciones presentan un muy buen sonido en directo, aunque se notan pequeños desfases entre los volúmenes de cada pista, dificultando levemente que esto se pueda disfrutar como una experiencia en vivo, un aspecto que deberían haber cuidado más en la mezcla final.


En cuanto a los temas nuevos registrados en estudio, tenemos un par con los que se inicia el álbum antes de empezar con las tomas en vivo. Primero está “Loathe”, donde la banda muestra  un paso realmente mortuorio, tributando al Doom Metal con un ritmo realmente agobiante hasta que el tema trata de romper pasado un minuto y medio. No es más que un amago, y hay varios en esta canción, con la que se han recreado de más en su estado más denso.

Detrás viene “Ten Thousand Ways To Die”, canción que da título al lanzamiento y en la que hay un arranque que parece mostrar cierta evolución en el sonido de OBITUARY, con una melodía de guitarra poco habitual en la banda. Esto queda reforzado por un punteo melódico bastante fresco hacia el final de la canción, pero en el fondo esa intención de cambio es solo un espejismo que se diluye tan rápido como la morfina en el torrente sanguíneo de un drogadicto: este grupo no va a modificar su modus operandi en lo que le quede de existencia.


En esa cabezonería reside su encanto y a la vez supone una enorme carga, ya que al no haber opciones nuevas sobre las que trabajar, cada disco es una repetición del anterior. Los hermanos Tardy están completamente encerrados en su esquema de Death Metal marca de la casa, llegándose al punto de que para escuchar un álbum suyo puedes elegir entre todo su catálogo y siempre tendrás la sensación de que dará igual uno u otro.

Si eres de esas personas que han aceptado tal y como son a estos barbudos rednecks, amantes de los gatos y de las camisas de cuadros, este es un buen directo de Death Metal para el año 2016, con los chicos de OBITUARY sonando muy compactos.

 

Carlos Herrero

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