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Los padres del Metal Extremo: qué grupos crearon el Thrash, Death y Black Metal

Las bandas precursoras de los géneros más salvajes del Heavy Metal

El Heavy Metal nació a base de romper moldes, así que apenas se puede considerar una paradoja que los suyos fueran, en cuanto el género se asentó y reafirmó en los años 80, llevados también más allá de sus límites, hacia dimensiones desconocidas. De los sonidos clásicos al Speed y el Thrash y de ahí, y más allá de ese desvío por la carretera de la izquierda que es el Doom, al Death, el Grindcore, el Black… El Metal Extremo. Sus precursores fueron un puñado de bandas que abrieron esas nuevas vías de creación musical y dejaron una huella indeleble, como mínimo en los libros de historia del Metal. Son pioneros, inventores, padres de la gran oscuridad, la madre de todas las pesadillas hecha música. Porque, sí: como todas las bestias, el Metal Extremo también tuvo un principio, un origen y, desde luego, unos creadores.

Definiendo el Metal Extremo

Cualquier intento de definir el Metal Extremo tiene que partir de un enunciado lo suficientemente líquido porque hablamos de un término paraguas, uno que muchas veces se rige más por lo que deja fuera que por lo que incluye. Desde luego, uno que aglutina vertientes del Metal que muchas veces tienen poco en común entre ellas, salvo que se trata de los sonidos más viscerales, los más intensos… los que, valga la redundancia, empezaron a usar tempos más extremos (por rápidos o por lentos), estructuras menos convencionales, voces ultra agresivas o de ultratumba, distorsiones imposibles, atmósferas desoladas, letras que rompían todos los tabús relacionados con la muerte, la violencia y lo oculto… El sociólogo Keith Kahn-Harris lo situó en el mismísimo límite entre la música y la no-música; Otra, Deena Weinstein, lo veía como una conjunción de lo sonoro, lo visual y lo verbal: como el Heavy Metal, pero con sus propios códigos. Unos más peligrosos.

Esa zona común, la intersección en nuestro particular diagrama de Venn, serían la transgresión, la expansión de los límites, el siempre-hay-un-más-allá.


La RAE define así "extremo": dicho de una cosa que está en su grado más intenso, elevado o activo.

Otra acepción: excesivo, sumo, exagerado.

Y otra, que toca especialmente al asunto que nos ocupa: punto último al que pueda llegar algo.


Transgredir, por cierto, según la RAE: quebrantar, violar un precepto, ley o estatuto.

El Metal Extremo lo es en gran parte por comparación con su entorno. El cerebro humano, si se quiere, siempre funciona así. Al llevar las fronteras cada vez más lejos, lo que una vez fue extremo es a veces absorbido por la norma y deja de parecerlo salvo que se mantenga en el eje el contexto temporal, esencial en este asunto (y en casi todos). El “Kill’em All” de METALLICA era Metal Extremo cuando se publicó en 1983, pero hoy cuesta mucho interpretarlo así. Pero el disco debut (y homónimo) de BATHORY, que era casi coetáneo (1984), era Metal Extremo cuando fue publicado y sigue siendo percibido como tal hoy, casi 40 años después.

Así que hay algo que, para el oído entrenado y el espíritu inquieto e instruido en las cosas del Metal, establece unos cánones más o menos claros sobre qué es o no es Metal Extremo. Otra cosa es que sea fácil de explicar ese algo en su entraña última, la que va más allá de los obvio: ser cada vez más rápido o cada vez más lento. Ser cada vez más oscuro. Ser cada vez más peligroso. Ser cada vez más brutal. Ser cada vez más violento. Ser cada vez más salvaje. Ser cada vez más expansivo. Ser cada vez más… excesivo, sumo, exagerado: extremo. Transgresor.

Salva Rubio, el autor del libro “Metal Extremo: 30 años de oscuridad”, da esta definición: “Una tendencia musical popular basada en el Rock, cuyos orígenes se remontan a los primeros años ochenta, que se caracteriza por englobar bajo dicho término-paraguas gran cantidad de formas y géneros musicales, muchos de ellos con pocos rasgos comunes, aunque todos basados en la búsqueda de los sonidos más extremos (oscuros, veloces, lentos, violentos) que la música puede crear”.


Van implícitas, otra vez, la subjetividad, la contextualización temporal y, algo esencial, la falta de fin y límites. Siempre se podrá ir más allá, aunque lleguemos a fronteras en las que no lo parezca. Siempre habrá alguien que quiera llevar las cosas más lejos, forzar el espectro hasta redefinirlo. Aunque solo sea porque hay personas que nacen con ese instinto, con la certeza innata de que todo se puede cambiar y todo se puede conseguir. De que el universo está ahí para eso, para que hagamos cosas con él.

No finito y en permanente evolución por filosofía y definición, por lo tanto, la mejor manera de catalogar y concretar el Metal Extremo ha sido trazar sus inicios. Organizar el tronco de un inacabable árbol genealógico. Y ahí la brújula apunta, como dice Salva Rubio, a los años 80 y el momento en el que el Metal demuestra que va a ser incapaz de estarse quieto. Nada más formarse y establecerse definitivamente con su propia identidad cultural, dejó claro que no iba a detenerse ahí, que su vocación siempre iba a ser la de desbordarse por sus límites. Bien mirado, si no hubiera habido siempre alguien dispuesto a dar un paso más, el Blues/Rock no se habría convertido en Hard Rock y este no se habría convertido en Proto Metal y este no habría evolucionado hacia la primera traza de lo que ahora se considera Heavy Metal en un sentido lo suficientemente puro. Y así sucesivamente.

Porque, en realidad, la búsqueda podría llevarnos, de otra manera, tan lejos como antropológicamente quisiéramos. De la mano de la historia y el arte, las culturas y, sobre todo, las contraculturas. ¿Hasta dónde podemos llegar buscando al demonio? Imagino que, al menos como metáfora de la necesidad creativa y transgresora del espíritu, prácticamente hasta donde se puede cartografiar el camino del ser humano. Estaba en aquel tritono del diablo que en la Edad Media se salía de la explicación teocrática del mundo y rompía la concepción del orden como belleza y de la belleza como Dios, en el centro de todo. El mismo tritono que usó Tony Iommi en “Black Sabbath”, la canción que en 1970 dio el verdadero pistoletazo de salida a un género: el Heavy Metal.

Pero, claro, también podemos optar por creer que el diablo realmente estaba en aquel cruce de caminos de Mississippi Road en el que hizo un pacto con Robert Johnson, el rey maldito del Blues del Delta y abuelo del Rock And Roll que murió envenado a los 27 años. Y desde luego tenía que estar en la música negra que viajó de África a América en los barcos de esclavos, en las plantaciones y en las noches de vudú. En el Blues, el Jazz y el primer embrión del Rock. Todo lo que parecía prohibido, diferente. La música de los malditos, de los que nunca serán como vosotros.


Los trazos que acaban en el estudio de arquitectura de BLACK SABBATH pasan por el Hard Rock y el Heavy Blues. Por Jimy Hendrix y CREAM; Por MC5, BLUE CHEER, HAWKWIND, BLACK WIDOW y, desde luego, COVEN y aquel ritual ocultista de 1969: “Witchcraft Destroys Minds & Reaps Souls”. Lo Extremo, entonces: ir más allá en la música, el mensaje y la contestación a la norma. Las primeras piedras de una escalera de caracol que no ha dejado de descender desde entonces hacia los infiernos. De ahí al Heavy Metal y de ahí al Thrash. Y finalmente Death Metal, Black Metal, Doom Metal, Grindcore, Gothic Metal… y todas las inacabables combinaciones y permutaciones entre estos géneros. Los océanos del Metal Extremo. Años después de que el Metal se convirtiera en forma de expresión individual y tribu urbana. Es difícil no adivinar cómo de importante debió ser, en este constante proceso de electroshock, que JUDAS PRIEST publicara una canción como “Exciter” en 1978, MOTORHEAD “Overkill” en 1979, ACCEPT “Fast As A Shark” en 1982 o EXCITER “Heavy Metal Maniac” en 1983. Ir más allá, sembrar la siguiente semilla, derribar la siguiente puerta. Lo más duro de su momento, lo más rápido. La expansión del sonido y la estética que habían cicatrizado en BLACK SABBATH. Siempre, el camino de la izquierda.

Porque el camino, después de esa turbina generadora, un big bang oscuro y no del todo preciso, suele ser uno familiar. Uno que se repite una y otra vez en las biografías de los grupos, más cuantas más leas: siempre hay al principio viejos vinilos de un familiar, de un compañero de instituto, de un novio extraño de una hermana mayor. KISS, BLACK SABBATH y después IRON MAIDEN, JUDAS PRIEST, MOTORHEAD, WASP… y la tenebrosa sombra de MERCYFUL FATE. Y el primer Thrash Metal, y el impacto en el espíritu adolescente de VENOM, BATHORY, HELLHAMMER… Casi siempre es así, con un buen chorro de Hardcore y Punk en la salsa original del Death Metal, que luego se pervirtió en el Black Metal de segunda ola, entre el deconstruccionismo y la élite. Y de ahí al infinito. Al Metal Extremo, que sigue intentando llegar más allá. Más cerca del infierno, de las estrellas o los abismos entre galaxias; de las quimeras paganas o las noches de espíritus perdidos entre nuestra realidad y aquellas que no alcanzamos a comprender. Más cerca de los límites del mal gusto Gore, del satanismo como símbolo o como credo de acción. Una historia que nunca acabará y que, como todas, tuvo un comienzo.

Los grupos fundacionales y padres del Metal Extremo

MERCYFUL FATE: un Heavy Metal más negro

Mercyful Fate
Mercyful Fate

El Black Metal, al menos tal y como lo entendemos de primeras, es el sonido de lo que se llamó Segunda Ola, el que se expandió desde Noruega en la primera parte de los años 90. Pero antes de la segunda, claro, estuvo la primera, otro Black Metal. El embrión, un Metal pasado de rosca con el que no se sabía muy bien qué hacer y que ni siquiera se sabía cómo llamarlo. Si los grandes padres de este estilo (BATHORY, VENOM…) tienen un sonido perfectamente identificable como influencia de lo que estaba por venir, mucho más indirecta aunque absolutamente trascendental es la de la bisagra que supuso MERCYFUL FATE, vínculo esencial entre lo que todavía era Heavy Metal clásico y el Metal Extremo.

Era Heavy Metal clásico… pero había algo. Lo explica bien Fenriz, de DARKTHRONE: “En cuanto lo escuchaba veías que eso no era Heavy Metal normal, eso no era como QUEENSRYCHE”. MERCYFUL FATE, la leyenda danesa que lidera el cantante King Diamond (Kim Bendix Petersen), llevó más allá un sonido muy basado en la NWOBHM. Ya en su segundo disco, el legendario “Don’t Break The Oath” (1984), el filo era mucho más malicioso, más técnico, más atmosférico y agresivo, cercano al Thrash. MERCYFUL FATE, además, aportó su nicho temático: historias terroríficas, Satán que se hacía carne, brujas, altares y rituales de ultratumba.

King Diamond anticipó el corpsepaint llevando al Metal la pintura blanca y negra para la cara que en terrenos más rockeros ya habían usado Alice Cooper, KISS o MISFITS. Todos, básicamente, influidos por Arthur Brown, que usaba este recurso escénico a finales de los 60.

Arthur Brown, uno de los precursores de los maquillajes siniestros en el Rock
Arthur Brown, uno de los precursores de los maquillajes siniestros en el Rock

Ya con su anterior banda, BLACK ROSE, el carismático vocalista nórdico (que adoptó el apodo para evitar a los angloparlantes su nombre danés) había introducido la teatralidad en sus actuaciones: sangre y vísceras de cerdo que le facilitaba un amigo carnicero y que acababan dentro de un muñeco que era destripado en pleno show.

Después llegó el micrófono hecho con fémures humanos y el reconocimiento público de su condición de satanista relacionado con Anton LaVey y su Iglesia de Satán. Un músico de Metal iba, por primera vez de forma explícita, más allá de la teatralidad de las letras y la estética oscura, otro aspecto vital para entender su influencia en lo que, muy radicalizado, iba a venir después. Sus canciones, eso sí, eran menos espirituales y más gráficas, pura diversión al estilo del cine de terror de la época. Cuentos macabros.

La huella que en su momento dejaba MERCYFUL FATE solo se puede entender si tú también tuviste entre tus manos siendo todavía un chaval el vinilo de “Don’t Break The Oath”, con su icónica (y diabólica) portada. Esa impresión, y la que producía la inicial “A Dangeorus Meeting” (con el grito legendario del estribillo: “They’re Gonna Get Themselves Killed”), marcaron a una generación de músicos y asfaltaron el camino al infierno que estaba por venir.

VENOM, CELTIC FROST y BATHORY: la trinidad maldita del Metal Extremo

Si MERCYFUL FATE (cuya fundación se remonta a 1981) marcó una obvia evolución de la evolución que en sí misma había supuesto la NWOBHM, que labró un código de identidad propio para el Heavy Metal, tres bandas fueron más bien mutación, un salto tan grande que sirvieron de forma decisiva para transformar la concepción de un género en plena expansión y demostrar que sus fronteras iban a ser testadas constantemente, sin descanso. Son los grandes padres del Metal Extremo, los tres nombres sin los cuales nada habría sucedido… no al menos de la manera que sucedió: VENOM (nació en 1979), HELLHAMMER/CELTIC FROST (1982) y BATHORY (1983).

Cada uno de los tres merecería un artículo propio (demonios, habrá que anotar esto en la lista de cosas por hacer) y con ninguno se podría exagerar su influencia, su trascendencia, su significado. Son la trinidad maldita, los padres corruptores que hicieron que el Metal Extremo se materializara, tuviera unas primeras señas de identidad. Unas normas básicas para empezar la partida y a partir de las que cada grupo que siguió, miles, escribió su propia historia.

Los parias de Newcastle: en el nombre de VENOM

La banda británica Venom
Venom

Todavía en 1979, y en una Newcastle que había dejado atrás sus años de esplendor industrial, nació VENOM. Un grupo que cambió el código, que realmente fue más allá en lo musical y que se hizo literalmente a un lado, absolutamente alejado del clasicismo formal que, al final y al cabo, mantuvo luego MERCYFUL FATE. VENOM publicó tres discos clásicos en 1981, 1982 y 1984: “Welcome To Hell”, “Black Metal” y “At War With Satan”. Sobre todo los dos primeros, obras esenciales para entender cómo el Heavy Metal se salió de madre, cogió el camino de la izquierda. El debut, con su mítica portada (el macho cabrío dentro del pentagrama) fue una recopilación apresurada de material demo al calor del, para muchos incomprensible, éxito del single “In League With Satan/Live Like An Antel (Die Like A Devil)”. El segundo, no solo un disco más compacto, pulido y lleno de himnos sino, también, el que dio el nombre a todo un movimiento musical.

Black Metal, legendario disco de Venom
Portada del legendario disco de Venom "Black Metal"

VENOM, con los años fue quedando meridianamente claro, no se llegó a tomar nunca demasiado en serio a sí mismo: su imagen y su temática eran una cuestión de shock, de ver hasta dónde se podían forzar los límites del efectismo del Rock contra la moral biempensante. Pero trajo muchas cosas, y realmente era el grupo más ruidoso y oscuro de su tiempo, por mucho que algunas acabaran pareciendo cómicas muchos años después. Aparecen los apodos para los músicos (Cronos, Mantas, Abaddon) y la temática explícitamente satánica, aunque fuera envasada para escandalizar y asustar. Para llamar la atención. Y se alimenta un espíritu contrario a un Heavy Metal que empieza a considerarse peligrosamente dócil, demasiado educado. VENOM parte del Blues y el Rock y amalgama todo: la fuerza sucia de MOTORHEAD y la velocidad de JUDAS PRIEST pero también la irreverencia y las imperfecciones del Punk británico. Producciones sin mucho seso, sonido macarra, voces agresivas, estética blasfema y la intención de hacer música, según dijo años después Cronos, “no para que Stephen Hawking la analizara sino para que los chicos se tiraran al suelo de rodillas tocando su guitarra imaginaria”.

Un sonido en su momento brutal que en parte nació por puro azar y por la necesidad, a la fuerza ahorcan, de tener que conectar el bajo a amplificadores de guitarra. Y de una tonelada de actitud y las ganas de recordar que el Rock Duro tenía que “alejarse del Pop y seguir siendo la música del diablo”. VENOM tenía un atractivo irresistible en un tiempo en el que nadie más era como ellos, así que muchos decidieron tomarse muy en serio y muy literalmente lo que el propio grupo nunca quiso que fuera nada más que diversión macarra. Cronos siempre aseguró que él no era adorador de Satán sino un tipo encantado de incordiar un poco a la iglesia. Su único credo conocido era, de hecho, la Wicca neopagana a la que llegó a través de una novia que la practicaba.

De HELLHAMMER a CELTIC FROST: la gran bestia emerge en Suiza

Celtic Frost

Si VENOM estaba más lejos de la norma que MERCYFUL FATE, en un pequeño pueblo de Suiza se gestó una nueva vía, una ruptura casi total con los parámetros establecidos en lo que era, por entonces, el hirviente melting pot de la cultura metálica. La realización del universo personal y musical de Thomas Gabriel Fischer, al principio Satanic Slaughter, después más conocido como Tom G. Warrior. Una leyenda.

El Metal fue su manera de escapar de una infancia terrorífica en un hogar marcado por un divorcio que le dejó aislado con una madre de salud mental errática. Un niño que pasaba temporadas eternas solo, aislado y asustado. Sometido a la violencia de su entorno porque no tenía quién lo protegiera: ni padre, ni hermanos ni amigos. Y abrazado solo a la colección de vinilos que había en su casa y que amplió con un viaje a Londres en el que descubrió, una epifanía, a VENOM como vector más radical de aquella NWOBHM que ya le había atrapado.

En Suiza, un páramo sin escena ni medios, HELLHAMMER creció a partir de 1982 y durante solo dos años como una anomalía incomprendida. Músicos (Fischer al frente) todavía sin pericia y un sonido horrendo por falta de medios y conocimientos que acabó creando escuela: esforzarse por sonar mal, desnudarlo todo para replicar ese caos. Una búsqueda insaciable, cuando hasta VENOM dejó de ser lo suficientemente radical, y un nuevo estilo que mamaba del grupo maldito de Newcastle, MOTÖRHEAD o ANGEL WITCH pero también de DISCHARGE y la violencia del Hardcore/ Punk: salvajes ritmos D-Beat y riffs descarnados con una estética monocromática y fuertemente contrastada. Y una colección de demos que acabaron siendo material arqueológico imprescindible y que fueron recopiladas en 2008 con “Demon Entrails” como título: “Death Fiend”, “Triumph Of Metal”, “Satanic Rites”. Después el EP “Apocalyptic Raids” marca un hito esencial del embrión del Metal Extremo: partes salvajemente rápidas y sucias, otras lentas y opresivas y gritos desgarrados. Un animal diferente, y profundamente incomprendido en (1984) pleno ascenso de la marea Thrash.

Machacado por las críticas y la falta de apoyo, HELLHAMMER mudó, en un intento por salvar un primer contrato discográfico que se tambaleaba, y se convierte en CELTIC FROST en junio de 1985. Nuevo comienzo con nueva filosofía: la heterodoxia absoluta; sin barreras ni límites. Un reto a la concepción más conservadora del Heavy Metal y una carrera absolutamente maravillosa que parece prácticamente alienígena durante esos años 80 dominados por el Metal Clásico y el Thrash. Nadie hacía nada ni remotamente parecido a CELTIC FROST, que necesitó años para empezar a obtener reconocimiento pero que, era inevitable, se acabó convirtiendo en un nombre sin el cual es imposible entender ciertas corrientes radicales: la vanguardia Avantgarde, el Death Metal y, sobre todo, el Black de segunda generación.

El EP “Morbid Tales” (1984) es un clásico en el que, con una visión ampliada y una capacidad técnica muy mejorada, seguía vivo el espíritu de HELLHAMMER. Un año después, (1985), “To Mega Therion”, una obra esencial en la historia del Metal como cultura, expande esa recién descubierta libertad bajo la inolvidable portada con la ilustración (“I, Satan”) de H.R. Giger. Un sonido ecléctico y radical, sin límites, brutal y musculoso pero también etéreo y dramático. Con arreglos orquestales y voces femeninas, con instrumentos que salían del espectro metálico, con una atmósfera en su momento (y todavía hoy) única. “To Mega Therion”, el título, era una referencia a la gran bestia bíblica que también adoptó después el ocultista Aleister Crowley.

“Into The Pandemonium” (1987), el primer disco del grupo verdaderamente reconocido en su tiempo, cierra una de las trilogías más importantes e influyentes de la historia del Metal: todavía menos ataduras y un sonido que iba del Hard Rock a lo industrial y de lo furioso a lo electrónico, lo orquestal… Épico, evocador y profundamente personal. Una semilla maldita, malsana, música contra la norma y la moral establecida, letras que habían evolucionado del plagio a VENOM a temas personales y espirituales. Y una maligna atmósfera de apocalipsis inminente, en la que (todavía hoy) reverbera el profundo drama de la existencia. Algo que nadie hacía en aquel momento… y que muchos, muchísimos, han querido replicar después.

La gran madre de toda la oscuridad: el ascenso de BATHORY

Quorthon, creador de Bathory
Quorthon, creador de Bathory

Thomas Börje Forsberg nació el 17 de febrero de 1966 y murió el 3 de junio de 2004, con solo 38 años, por un problema cardíaco mal diagnosticado, al menos si se atiende a cómo cuentan sus familiares que fueron unas últimas semanas de vida en las que los dolores ya eran ominosos. Su primer gran amor en la música fue KISS y su primer apodo Ace, por el guitarra de los de Detroit, Ace Frehley. Pero para la historia siempre será Quorthon. El gran padre de la oscuridad. Un músico trascendental cuyos tres primeros discos (“Bathory”, “The Return…” y “Under The Sign Of The Black Mark”) son absolutamente esenciales para entender la materialización del Metal Extremo, muy especialmente del Black Metal. Y que creó con los tres siguientes (“Blood, Fire, Death”, “Hammerheart” y “Twiligth Of The Gods”) las reglas por las que se regiría el Viking/Pagan Metal. Toda esa producción, la esencial de su truncada pero legendaria trayectoria, llegó en un arco de solo ocho años, entre 1984 y 1991.

Quorthon, establecido como lobo solitario después de unos primeros intentos poco exitosos de tener una banda convencional, entró definitivamente de lleno en un nuevo universo musical. No solo abrió el camino: recorrió un buen trecho de él. En lo musical, llevó su obsesión por tocar “Metal lo más rápido posible” hacia un engendro que mezclaba la oscuridad de BLACK SABBATH con la suciedad de MOTORHEAD, la teatralidad ocultista de VENOM y MERCYFUL FATE y, un ingrediente esencial, la violencia del Punk/Harcore tanto británico (DISCHARGE, GBH…) como sueco (ANTI CIMEX, MODERAT LIKVIDATION, MOB 47). Ese primer embrión evolucionó rapidísimo: una amalgama entrañable en “Bathory”, el primer atisbo de lo que sería el Black Metal en “The Return…” y el libro de estilo de un nuevo género en el trascendental “Under The Sign Of The Black Mark”.

Con BATHORY, además, llegaron el misterio, la narrativa del anonimato y la magia del descubrimiento underground. La sensación de que había algo muy peligroso en territorios mucho más allá de aquellos en los que se había adentrado VENOM. Las leyendas urbanas en tiempos de boca a boca: discos supuestamente grabados en cuevas llenas de murciélagos, ritos prohibidos, menú a base de corderos crudos asesinados con sus propias manos…

El primer y homónimo disco es una mezcla de perfecto marketing (mezcla de buscado y fortuito) y aquella actitud DIY (do it yourself: hazlo todo tú mismo) tan propia del Punk: sin fotos del grupo, sin explicación de quienes eran los músicos, con la legendaria portada del macho cabrío que había sido sacada, se supo después, de una ilustración de Joseph A. Smith para “Witches”, un libro publicado en 1981 por la feminista Erica Jong. Las letras góticas recortadas y pegadas que hicieron que la canción “Necromancy” quedara para la historia como “Necromansy” porque se habían acabado las ces. La primera tirada de la portada (1.000 ejemplares hoy valiosísimos) con la ilustración y el logo en amarillo canario porque no se logró el efecto dorado que deseaba Quorthon. Y la música, claro. Por encima de todo, la música.

Quorthon, se repite y multiplica exponencialmente lo que ya sucedió con VENOM, nunca se tomó a sí mismo demasiado en serio, si bien quienes siguieron su estela sí lo hicieron. Todo era una forma de expresión artística, un atrezzo perfecto creado en el momento perfecto. Sin actuaciones en directo ni muchas explicaciones que rompieran la cadena de rumores, su leyenda creció mientas su música se hacía eterna. Siempre negó que bebiera en sus inicios de VENOM aunque hay paralelismos demasiado obvios, incluida la canción “Countess Bathory” que formaba parte de “Black Metal” y que, se supone, conectó al sueco con la sanguinaria aristócrata húngara y dio nombre a su grupo. También intentó ocultar hasta donde fue posible que el personaje conocido como “Boss” era en realidad Börje Forsberg: su padre. Con él trabajó codo con codo en sus principales creaciones musicales y de él sacó un impulso esencial cuando nadie sabía muy bien qué hacer con una música como la suya. Boss trabajaba en un sello discográfico y coló dos canciones de BATHORY en una recopilación a la nórdica (“Scandinavian Metal Attack”) encargada por el sello RCA y en la que aparecían también dos bandas de Heavy Metal mucho más canónico, ambas representadas por Boss: OZ y TRASH.

En ese recopilatorio aparecieron “Sacrifice” y “The Return Of Darkness And Evil”. Era enero de 1984 y esa era, entonces, la música más extrema jamás publicada. Sonido violento y oscuro y letras por las que circulaban la violación de la madre de Cristo y el sacrificio de ángeles al señor del infierno. El recopilatorio llevaba (eran otros tiempos) un catálogo a través del que se podían hacer encargos por correo. Casi todos los que escribían pedían más material de BATHORY, una abrumadora realidad que puso manos a la obra a Boss y Quorthon: en octubre de ese mismo año estaba en la calle el disco debut y se había creado un subsello, Black Mark Production, para explotar el nuevo fenómeno desde la empresa matriz del padre, Tyfon Grammofon.

A base de cruces invertidas, escasas pero aterradoras fotos promocionales que dieron la vuelta al mundo, pinchos, cuero y un inolvidable collar de huesos, un músico único construyó una narrativa única en un tiempo único: mientras el Thrash Metal crecía y lo dominaba todo y el Metal era cada vez más intenso y febril, BATHORY recorría su propio camino. “Under The Sign…” fue editado en 1987, en un panorama musical mucho menos bisoño que el que había alumbrado el nacimiento del grupo solo cuatro años antes. Sin embargo, seguía sin haber nada parecido en cuanto a oscuridad y atmósfera infernal a esa obra maestra minimalista y cavernícola. Uno de los grandes hitos de un nombre, BATHORY, imprescindible, esencial, inmortal. Tan incomprendido en su momento que la reseña que hizo la revista Kerrang de su primer disco forma ya parte de la historia del Metal Extremo: “El diablo tendría que tener una charla con estos muchachos porque son tan malos que están ensuciando su nombre”.

El Thrash Metal y las mil puertas al infierno

Siguiendo los pasos de algunos de los grandes pioneros (VENOM, MERCYFUL FATE…) o en un camino perfectamente paralelo a otros (BATHORY), el Thrash Metal (un nombre que proviene del sonido que hace la púa al rasgar las cuerdas de la guitarra) funcionó como perfecto puente entre el Heavy Metal clásico y el Metal Extremo. Un nexo obvio y un estilo que a veces se inclina más hacia uno u otro lado de la balanza y que nació con vocación de ser lo más rápido y salvaje de su tiempo. Y que, aunque pronto fue superado, devolvió la furia y la fuerza a una escena metálica que amenazaba con caer rendida a los pies de su propio éxito. Demasiado correcta, demasiado querida de lo comercial, seguramente demasiado hedonista.

El Thrash Metal fue la bofetada de una generación rabiosa que reclamaba que el Metal volviera a ser peligroso, abrasivo, ruidoso. Cogió la técnica y la épica de la NWOBHM y la maceró en la velocidad y las combustiones de odio del Punk en un momento, los ochenta, de ansiedad social y alargadísima sombra de la guerra fría. El Thrash, una pizca importante de contexto, también fue la música de los hijos del fantasma del holocausto nuclear.

En cuanto los músicos de Thrash quisieron ir más allá, el Metal Extremo era lo que esperaba a la vuelta de la esquina, una ruta sin marcha atrás. Así que la trascendencia de este género, a veces con más Speed y otras con espíritu Crossover, es sencillamente instrumental en la gestación del Metal Extremo. La historia es gigantesca, tan atomizada como se quiera en un sinfín de bandas. Pero hay nombres y escuelas que tuvieron un peso específico esencial en esa carrera hacia el más allá. El núcleo duro de los años de hierro.

SLAYER: el ángel de la muerte despliega sus alas

La formación clásica de la banda de Thrash Metal SLAYER
SLAYER

El primer centro neurálgico del Thrash Metal fue la Bay Area, la Bahía de San Francisco en la Costa Oeste de Estados Unidos. Una zona dura en cuanto se separa uno un puñado de kilómetros de la deslumbrante San Francisco que parece absorberlo todo, como si no quisiera dejar nada para todo lo que está más allá de su área metropolitana. Allí nació EXODUS en 1979, el grupo desde el que luego el guitarrista Kirk Hammett partiría hacia METALLICA y una leyenda en sí misma con un disco fundamental para el Speed/Thrash old school, el incendiario “Bonded By Blood” (1985). La red de conexiones entre grupos de toda California forjó un árbol genealógico complejo y vínculos profundos en una escena en la que, evidentemente, destacó muy pronto METALLICA. Hoy el gran nombre del Metal de masas, en el tramo 1982-83 una de las bandas más radicales de la tierra tras la publicación de la totémica demo “Ni LIfe ‘Til Leather” y de su disco debut, “Kill’em All”.

METALLICA, conviene recordarlo, desembocó en la Bay Area desde Los Ángeles… y Dinamarca: allí nació y creció Lars Ulrich, fundador (1981) y batería, un consumidor compulsivo de todo lo que producía la NWOBHM y amante incondicional del gran orgullo metálico de su país, MERCYFUL FATE. Con él, la forma europea de hacer Metal saltó al otro lado del mundo, del Atlántico a las playas del Pacífico.

Mientras algunos grupos optaban por un sonido de groove callejero y temática social, otros aceleraron hacia terrenos que estaban a punto de convertirse en propiedad del Death Metal: SADUS, DARK ANGEL y, por supuesto, una de las mayores leyendas de la historia del Metal, SLAYER. Formado en el extrarradio de Los Ángeles en 1981, el grupo de Kerry King y Jeff Hanneman (y, en cuestión de meses, de Tom Araya y Dave Lombardo: una alineación para la historia) apostó desde el principio por la noche y la mística oscura, por la violencia y la depravación. Mientras otras bandas de Thrash elegían una estética muy simple (zapatillas de deportes, camisetas de grupos, vaqueros ajustados y chalecos con parches) como reacción a los excesos del Hard Rock, SLAYER se descantó por la pintura de cara, los pinchos y las balas. Si otros grupos temían que un megalómano ebrio de poder apretara un botón nuclear, en las canciones de SLAYER danzaban los demonios, los asesinos en serie y los rituales más execrables.

En 1983, Metal Blade incluyó la canción, un momento histórico dado lo que estaba por venir, “Aggresive Perfector” en su recopilatorio “Metal Massacre Vol. 3”. El excelente feedback que tuvieron los meteóricos primeros pasos del grupo, que poco antes se limitaba a tocar versiones de IRON MAIDEN, hizo que el primer disco se precipitara sin más material previo: “Show No Mercy” (1983). Todavía algo inocente en lo musical, un preadolescente si atendemos a lo que estaba por venir, pero cargados de fuerza juvenil y blasfemia: “The Antchrist”, “Black Magic”, “Evil Has No Boundaries”…

En dos años, 1985-86, SLAYER consagró su leyenda con dos de los mejores discos de la historia, un pie en el Thrash más clásico y otro en el Metal Extremo que ya daba zancadas: “Hell Awaits” y “Reign In Blood”. El segundo, un mega clásico que apenas rozaba los 29 minutos. El primero, y si se me permite, un disco como mínimo igual de bueno. Una reafirmación de la violencia musical y la oscuridad conceptual que abarcaba una portada infernal y esas voces de la intro que clamaban “Join Us” y “Welcome Back” reproducidas al revés.

Historia intocable del Metal más peligroso y salvaje: “Crucify The So Called Lord, He Soon Shall Fall To Me, Your Souls Are Damned Your God Has Fell, To Slave For Me Eternally… Hell Awaits”. SLAYER fue una influencia monstruosa, monumental, en el Black Metal y el Death Metal, especialmente el de cuna estadounidense. Tanto que no es exagerado afirmar que, aunque el Death Metal habría acabado manifestándose si no hubiera existido SLAYER, habría sido de una forma distinta a como lo acabamos recibiendo y conociendo. Realmente es así.

SODOM, KREATOR y DESTRUCTION: un monstruo de tres cabezas devora Alemania

Casi en paralelo, o más bien a renglón seguido de la aparición de las primeras bandas estadounidenses de Thrash Metal, se gestó en Europa la gran escuela del estilo en este lado del Atlántico: Alemania. Concretamente en el oeste y suroeste del país y con el año 1982 como epicentro. Es el del nacimiento de SODOM, KREATOR y DESTRUCTION. Un trío imperial, histórico, que tuvo una influencia fundamental en la llegada del Black Metal de segunda ola y que en sus inicios fue más sucio, más brutal y más oscuro (Black Thrash) que el primer canon estadounidense. En el background, el extremismo a la europea de VENOM, HELLHAMMER y BATHORY. Y tres líderes que siguen al pie del cañón, incombustibles: Tom Angelripper, Mille Pretozza y Schmier.

El grupo alemán de Thrash Metal Kreator en sus primeros años
El grupo alemán de Thrash Metal Kreator en sus primeros años

Su posterior éxito masivo y algunas idas y venidas estilísticas hasta acabar en su actual visión (ya veterana y acomodada) del Thrash, mucho más melódica y accesible, ha hecho que se infravalore a KREATOR (que fue TORMENTOR entre 1982 y 1984) como precursor del Metal Extremo. Algo que, sin embargo, es incuestionable en la demo “End Of The World” (todavía como TORMENTOR), el crudísimo debut “Endless Pain” y, pese a una evolución ya clara, su legendaria continuación, “Pleasure To Kill”.

Los primeros pasos de la banda de Thrash Metal Destruction
Los primeros pasos de la banda de Thrash Metal Destruction

Mucho más radical en su ortodoxia se mantuvo DESTRUCTION, que recargaba de satanismo y peligro su imagen y que dejó su huella en el camino salvaje con tres lanzamientos en tres años (1984-86), un EP (“Sentence Of Death”) y dos discos (“Infernal Overkill” y “Eternal Devastation”).

La banda alemana de Thrash Metal Sodom en sus comienzos, pionera del Metal Extremo
La banda alemana de Thrash Metal Sodom en sus comienzos, pionera del Metal Extremo

Pero la gran referencia, el sumo sacerdote de lo oscuro, fue SODOM. Un grupo que, desde la gris e industrial Gelsenkirchen, alcanzó trazos de competencia de BATHORY por sonido radical y por esa veta de forzada producción amateur que acabó ejerciendo una influencia tan profunda en el libro de estilo de quienes siguieron sus pasos. Da fe la demo “Victims Of Death” pero, sobre todo, un lanzamiento clave que se columpia entre el Thrash y la primera ola de Black Metal: el EP “In The Sign Of Evil”. Editado en 1985 y con 19 minutos de carnicería musical a través de himnos de maldad y sudor como “Outbreak Of Evil”, “Burst Command Til War”… Antes de instalarse en un sonido más enfilado al Thrash más canónico, el LP “Obsessed By Cruelty” fue otra pieza de salvajismo primitivo que extendió su influencia por todo el continente europeo, especialmente los países nórdicos: Suecia (Death Metal) y Noruega (Black Metal).

El nacimiento y la expansión del Death Metal

POSSESSED en 2017
POSSESSED en 2017

En la escena de San Francisco, como había sucedido en Europa, hubo pioneros y trazas de evolución natural… salpicadas de trascendentales alteraciones aceleradoras. Mutaciones que se saltaron varios estadios y adelantaron el futuro, lo pusieron delante de todo el mundo fuera a ser entendido o no. En este caso, el nombre esencial es otro gigante: POSSESSED.

POSSESSED, el primero de una nueva raza en el Metal Extremo: camino del Death Metal

La primera banda de Death Metal, desde luego pionera aunque solo sea porque llegó demasiado pronto, hizo muchísimo ruido y tuvo una influencia decisiva en todo lo que estaba pasando a su alrededor.

POSSESSED nació en San Francisco en 1982 con un estilo que bebía inequívocamente de VENOM. Con el proyecto en pañales, el vocalista Barry Fisk se suicidó tras una ruptura traumática con su pareja. El sustituto, desde ese momento un personaje capital en la historia del Metal Extremo estadounidense, fue Jeff Becerra, que entró en el grupo con 15 años. Y que fue, aunque hay versiones revisionistas, el primero que acuñó el término Death Metal porque quería algo que sonara radical y agresivo… y tanto Speed como Black ya estaban cogidos.

La demo “Death Metal” (1984) es una pieza fundamental para entender cómo el primer embrión del Thrash y el sonido a lo VENOM/MOTORHEAD fue dejando paso a un estilo más complejo, técnico, casi sinfónico si se coge el término con las pinzas de su contexto y su tiempo. Con montañas de riffs, ritmos cada vez más enrevesados, menos percusión simplista, velocidad a piñón y, en este caso, los gritos desaforados de Becerra. Algo nuevo estaba naciendo, y el sello Combat Records lo percibió y lanzó en 1985 “Seven Churches”, un mega clásico y un disco adelantado a su tiempo, el primero de su estirpe. El primer LP de Death Metal más o menos canónico en el momento en el que ese canon todavía se estaba escribiendo. Técnica y violencia de la mano, voces desgarradoras que dejaban atrás la influencia de Cronos (VENOM) y Tom Araya (SLAYER), temática impía y agresividad absoluta. Y, como anécdota, la costumbre de Becerra de llamar al disco “Seven Chickens” porque se fraguó en un rancho que era también una granja de pollos en la que animales salían despavoridos en cuanto el grupo se ponía a tocar.

Dotado de una nueva imaginería, ya un concepto propio, el nuevo sonido creció en paralelo al Thrash de la Bahía mientras otros padres fundadores iban encauzando sus respectivos caminos a partir de comienzos siempre ligados al Heavy/Thrash/Speed Metal. En 1983, en Orlando, nació MANTAS, el grupo que cambió su nombre a DEATH y definió su música como “Corpse Grinding Death Metal” cuando descubrió lo que hacía POSSESSED y supo que tenía que ir más allá, romper el cascarón de sus referentes más primitivos. En Chicago, DEATHSTRIKE (1983) pasaría a ser después MASTER; en Michigan TEMPER fue GENOCIDE y finalmente REPULSION. En Tampa HERETIC fue la probeta de MORBID ANGEL y, también en Florida, EXECUTIONER fue un nombre de vida corta antes de convertirse en OBITUARY. Con todos estos nombres, monumentales, entramos de lleno en la primera ola de verdadero Death Metal, más allá del primerísimo embrión y con el Thrash y el Speed como armazón pero ya convertidos en influencia, no en esencia.

Chuck Schuldiner, el padre de la gran creación del Death Metal

Chuck Schuldiner de Death
Chuck Schuldiner de Death

El incipiente Death Metal que aceleraba en Estados Unidos había empezado a hacerse corpóreo dejando atrás, no hay otra manera, unas influencias iniciales que repetían factores universales: la fiebre callejera del HARDCORE, VENOM, CELTIC FROST BATHORY, el ascenso del Thrash Metal… SLAYER fue el gran paradigma, el factor X por repercusión y trascendencia, de la animalización del Thrash. La prueba de que las cosas no iban a quedar ahí. Pero hubo otros nombres que fueron importantes para los casi imberbes músicos que después liderarían esa primera ola de Death Metal estadounidense. Otros grupos que llevaron los límites del Thrash hasta básicamente, su conclusión, su más allá. Hasta que era obvio que algo nuevo estaba mudando de piel, dejando atrás el cascarón de los METALLICA, EXODUS…

Algunos de esos grupos fueron los bastante clásicos NASTY SAVAGE, que además (y desde 1983) centraron su actividad en Florida, cuna esencial del Death Metal. Y más todavía (mucho más) SADUS (a partir de 1985) con su excelente nivel instrumental y la aportación tecnicista en su sonido arrollador que convirtió en un absoluto clásico a su primer disco, “Illusions” (1988). O DARK ANGEL, Thrash al límite del Death desde 1983 con otro trabajo histórico, esencial: se segundo disco “Darkness Descends” (1986). En Canadá, INFERNAL MAJESTY (“None Shall Defy”, 1987) y SLAUGHTER, formados en 1984 y cuya demo “Surrender Or Die” (1985) era una de las joyas que manejaba Chuck Schuldiner cuando era uno de los personajes más ávidos y activos en el movimiento de intercambio de casetes… Fuera del continente americano, se tiende a olvidar injustamente a MASSACRA, una excepcional banda francesa que traspasó también los límites naturales del Thrash en cuanto a agresividad y fiereza con ese perfil técnico y más desestructurado en lo compositivo que iba a marcar, a continuación, al Death Metal: su disco “Final Holocaust” (1990) es, además de brillante, uno de esos que quedaron justo en el límite entre el último Thrash y el primer Death.

No es difícil cartografiar la gestación del Death Metal estadounidense, con vasos comunicantes obvios entre una serie de músicos visionarios (muy, muy jóvenes) que ejercieron de catalizadores. En algún caso, con el martirio como resultado porque nadie les hizo el caso necesario, nadie vio lo que estaba por venir ni se los tomó todo lo en serio que merecían. Fue el caso de REPULSION, que fue primero TEMPTER (1981), después brevemente ULTRAVIOLENCE y entre 1984 y 1986, GENOCIDE. El retoño de, básicamente, Matt Olivo y Scott Carlson y un grupo esencial para entender la manifestación del Death Metal y también la explosión, por su propia vía, del Grindcore.

El origen del grupo está en la dura e industrial Flint (Michigan), donde los dos jóvenes siguieron el proceso ya tradicional: de JUDAS PRIEST y IRON MAIDEN al “Show No Mercy” de SLAYER. Gracias a una camiseta de Lemmy (el icónico frontman de MOTORHEAD) descubrieron a DISCHARGE y los sonidos más furiosos y angustiosos del Punk y el Hardcore. Justo antes de dejar de ser GENOCIDE y convertirse en REPULSION, muchos consideraban que era la banda más rápida del mundo. Para entonces, habían hecho migas con Schuldiner a través de la correspondencia para intercambiar música y, en lo que acabó siendo un enorme what if para el Metal Extremo (qué habría pasado si…), pasaron unos meses con él en Florida, donde barruntaron la idea de unir sus proyectos.

No cuajó. Schuldiner soñaba con adquirir la pericia técnica necesaria para derribar barreras (lo acabó haciendo, claro), mientras que Carlson y Olivo solo querían destrozarlo todo a su paso. De vuelta en Flint, dejaron como testamento de GENOCIDE la célebre demo “Violent Death” (1985), que profesionalizaba lo que habían hecho en su estreno un año antes (“Toxic Metal”). Y, sobre todo, “The Stench Of Burning Death” (1986), que les dio fama en el underground internacional y con la que intentaron atraer interés discográfico serio. Mientras estaban en esas, cambiaron su nombre a REPULSION pero, cada vez más desanimados por la falta de verdaderas oportunidades de hacer carrera, lo acabaron dejando en 1987. Sentían que habían hecho lo que tenían que hacer, que habían plasmado el quid de su fórmula musical en “Slaughter Of The Innocent”, la legendaria demo con 18 canciones en menos de 30 minutos que apareció en 1986 y que en 1989 el sello Necrosis Records editó como LP: el ultra clásico de las catacumbas que desde entonces conocemos como “Horrified”.

Schuldiner, por su parte, acabó convirtiéndose en el gran patrón del Death Metal y uno de los músicos más importantes y talentosos de la historia del Metal. Sin más etiquetas.

Falleció en 2001, con solo 34 años. Con quince, cuando su inconfundible virtuosismo era poco más que un sueño (nada lejano), se sumó a una banda que empezaba a activarse en su tranquilo barrio de Altamonte Springs, en Orlando: MANTAS tomó su nombre del apodo del guitarrista de VENOM. Cuando empezaron a llegar al buzón las cintas con material de POSSESSED, SLAUGHTER y compañía, MANTAS fue afilando su propuesta, cada vez más radical y plasmada en su legendaria demo “Death By Metal”, el puente hacia DEATH, el nombre adoptado en 1984. Poco después salió del grupo Kam Lee, otro personaje esencial en el crecimiento del Death Metal estadounidense y que chocó de frente con un Schuldiner que empezó a controlarlo todo y aplicar una visión musical que ya veía diáfana.

Otra unión que intentó Chuck, que se movió entre Florida y San Francisco en busca de la sede y los compañeros adecuados, fue con el batería Chris Reifert, que finalmente no quiso vivir en la húmeda Tampa, un lugar de costumbres muy distintas a las de la mucho más liberal California, y optó por regresar a San Francisco y levantar lo que acabaría siendo otra banda legendaria: AUTOPSY. Pero su paso por DEATH fue esencial en la aparición y desarrollo del nuevo género. Con Chuck grabó la mítica demo “Mutilation” (1986) y uno de los discos debut más influyentes de la historia, “Scream Bloody Gore”, grabado en 1986, editado en 1987 por Combat Records y uno de los primeros y más trascendentales discos de la historia del Metal Extremo ya entendido como tal, en su propio universo cultural.

Huyendo de la alargada sombra de Schuldiner, Kam Lee entró (también el área de Tampa) en MASSACRE, hasta su llegada un grupo de versiones de los estandartes del Thrash. El cambio de una voz aguda al estilo Belladona (ANTHRAX) por su registro de ultratumba, que sería bautizado como Death Vomit Vocal, radicalizó a un grupo que sería otro bastión del ascenso del Death Metal y que parió un debut inolvidable: “From Beyond” (1991). Para entonces, los tiempos se comprimían, el Death Metal, en un formato independiente y reconocible, estaba en marcha por la aceleración de otras bandas. La más importante de todas, sin ninguna duda, MORBID ANGEL, que comenzó como HERETIC (1983) antes de tomar el nombre que sería inmortal y con el que trazó la hoja de ruta de un nuevo género en las demos de 1987 (“Scream Forth Blasphemies”, “Thy Kingdom Come”) y sobre todo su primer disco, el colosal y básicamente perfecto “Altars Of Madness”.

A partir del ascenso de MORBID ANGEL, OBITUARY, DEICIDE y compañía, el Death Metal estadounidense fue un sonido perfectamente establecido, una escuela con denominación de origen. La lista de pioneros, sin embargo, debería citar también a TERRORIZER, uno de los primeros referentes del Death/Grindcore, fundado en California en 1987 y con una alineación fantástica. Su primer disco, el clásico “World Downfall” de 1989, lo grabaron Dave Vincent y Pete Sandoval, de MORBID ANGEL, y el fallecido Jesse Pintado (NAPALM DEATH, LOCK UP).

Desde California, AUTOPSY también tuvo su cuota de trascendencia en la explosión del Death Metal. En 1988 editó la aclamada demo “Critical Madness” y después dos discos que son clásicos colosales: “Severed Survival” (1989) y “Mental Funeral” (1991). Finalmente, otro grupo que abrió camino fuera de la escena de Florida fue, desde Chicago, MASTER, que dio sus primeros pasos en 1983 si bien su historia se remonta, siempre a partir de su líder Paul Speckmann, a 1981, cuando era DEATH STRIKE y publicó la demo “Fucking Death” (1985). Su amalgama primitiva de Death Metal quedó enterrada bajo la monumental huella de otros pioneros porque, además, tampoco tuvo suerte. Su primero disco se grabó en 1985 pero no encontró los cauces adecuados y no vio la luz hasta 2003. Su teórico debut, “Master” (1990), debería haber sido en realidad su segundo trabajo y, además, tuvo que ser grabado dos veces por desavenencias con Nuclear Blast.

Brasil y los rituales de los salvajes del Metal Extremo

Europa, Estados Unidos… y Sudamérica. El incipiente Metal Extremo pudo recorrer, sin ayuda de grandes sellos ni un solo dólar a la vista, un mundo que por entonces era todavía gigantesco, cuyas distancias no habían sido básicamente abolidas por la tecnología. Mucho antes de la llegada de internet, su efecto autopista y su (en muchas cosas ominosa) transformación cultural, el intercambio de casetes a través del correo convencional (tape trading) permitió convertir el Metal oculto, el que se alejaba de las masas y el éxito, en un fenómeno global. Y con los suficientes lugares comunes, pese a esa diversidad geográfica, para establecerse como movimiento unívoco. Una escena más allá de fronteras.

La banda brasileña Vulcano
La banda brasileña Vulcano

Brasil fue el mascarón de proa del Metal Extremo en América del Sur. La selva, las favelas, el descontento social… Todavía en los años setenta (entre 1978 y 1979) la banda de Hard Rock ASTOROTH cambió su nombre por el de VULCANO. Y mantuvo ese sonido rockero en su primer single, “Om Pushne Namah” (1983). Pero a partir de ahí comenzó una transformación inspirada por la narrativa oscura de BLACK SABBATH y los ritmos sucios de MOTÖRHEAD. En 1986 el grupo edita “Bloody Vengeance”, un clásico entre el Thrash y el proto Black Metal marcado por un espíritu siniestro y su célebre portada, con un cura asesinado en una iglesia en llamas. Un trabajo esencial que, otra vez las costuras del tape trading, se extendió por todo el mundo y tuvo una enorme influencia en agitadores del Black nórdico como MAYHEM y DARKTHRONE, encantados de ser quienes abrían la puerta al viejo mundo a esa violencia llegada desde el otro lado del Atlántico. El placer del descubrimiento.

En el mismo año, 1986, llegó el primer disco de SEPULTURA, “Morbid Visions”. Reconocidos más tarde como grande de la escena Thrash y, después, de la modernización Crossover de los años noventa (ay), en sus comienzos el grupo de los hermanos Cavalera, que lo crearon tras el fallecimiento de su padre, fue una amalgama violenta que influyó en los primeros grupos de Death y Black. También el EP anterior, “Bestial Devastation”. Para el segundo trabajo, el brillante “Schizophrenia”, ya había llegado el guitarrista Andreas Kisser y era obvio que se estaba abriendo un camino más técnico y cercano a un Thrash que alcanzó su momento culmen en 1989 con el extraordinario “Beneath The Remains”.

El grupo brasileño de Black/Thrash/Death Metal Sarcofago
El grupo brasileño de Black/Thrash/Death Metal Sarcofago

El primer cantante de SEPULTURA, Wagner 'Antichrist' Lamounier, se distanció de los Cavalera y creó en 1985 su propia banda, otra referencia absoluta surgida de los barrios duros de Belo Horizonte: SARCOFAGO. El trío formado por las demos “The Black Vomit” y “Satanic Lust” y el disco debut, “INRI”, editado todo entre 1986 y 1987, es uno de los lotes más importantes, esenciales y disfrutables que dio aquella primera ola de Metal Extremo. “INRI”, además, llevaba al límite la violencia visual y temática, con su célebre portada en la que el grupo posa en un cementerio con pintura negra bajo los ojos, pinchos, cinturones de balas… Con un uso de los blastbeats por entonces no muy replicado e influencias claras de grupos como SODOM y CELTIC FROST, se trata de un disco maravilloso y perverso, genuinamente salvaje… y también de enorme influencia en lo que vino después. De Brasil al mundo.

Los hijos de BATHORY: la edad oscura en Suecia

El nombre de BATHORY se repite constantemente a lo largo de este artículo como influencia esencial en bandas de todo el mundo. El intercambio de casetes, la construcción de una discografía portentosa y el misterio del que siempre se supo rodear Quorthon para crear sus narrativas convirtieron al músico sueco en leyenda eterna… y global. En su país, sin embargo, un primer vistazo parece dejar un eslabón perdido, un puente sin tender entre la banda madre y lo que vino después: una escena Black subordinada a la noruega pero también trascendental (que empezó con MARDUK, ABRUPTUM, DISSECTION, NIFELHEIM…) y, por supuesto, el Swedish Death Metal, la otra gran corriente de este género además de la estadounidense y uno de los movimientos más importantes de la historia del Metal Extremo.

Pero ese eslabón perdido existió, en realidad. Después de la irrupción de BATHORY y antes de los años dorados del Death Metal hubo, sobre todo, dos bandas que intentaron ir más allá, poner a prueba los límites de la brutalidad y hacerse un hueco donde no lo había: adelantadas a su tiempo, apenas tuvieron una escena en la que medrar, oídos que entendieran una música que sí fue valorada después. Las dos nacieron en torno a 1985, OBSCURITY en Malmö y MEFISTO en Estocolmo. Las dos tenían una influencia obvia de BATHORY, en la música y en las intenciones, y bebían también de VENOM y la corriente más extrema del Thrash: SLAYER y los grupos alemanes, especialmente SODOM y DESTRUCTION.

La banda sueca de Death-Black Metal Mefisto
La banda sueca de Death-Black Metal Mefisto

Y las dos editaron material demo que hoy se considera legendario, llegaron a todo el mundo a través del intercambio por correo… y se quedaron ahí, sin apoyo discográfico ni un circuito en el que poder tocar en directo. OBSCURITY publicó dos demos en 1986, “Ovations To Death” y “Damnations Pride”. La primera es una especie de Speed Metal tan violento y sucio que se queda cerca de los terrenos del Crust/Punk. La segunda es una pieza más elaborada y celebrada en todos los rincones del underground mundial.

MEFISTO tuvo algo más de relevancia y consiguió antes un estatus de culto que tampoco sirvió para que la banda durara (ahora, después hubo una reunión en 2015, el grupo sigue activo). Otra vez, dos demos y silencio. En este caso, editadas en 1986: “Megalomania” y “The Puzzle”. Un material seguramente superior al de OBSCURITY y con un sonido sorprendentemente bueno (en su contexto). Riffs oscuros, una voz que va dejando atrás a los precursores y empieza a acercarse a lo que serán los cánones del Death Metal y un nivel instrumental (visible en las guitarras) por encima de lo habitual en un estado tan primitivo de su gestación.

En Strängnäs, cerca de esa Estocolmo en la que una escena empezaba por fin a consolidarse con una tienda de discos (la legendaria Heavy Sound) como epicentro, nació en 1986 MERCILESS, la otra cabeza de puente entre la prehistoria y la edad dorada.

Un grupo legendario que sí tuvo un nivel de éxito mucho mayor porque, entre otras cosas, pudo desarrollar una intensa actividad en directo que ayudó a difundir su nombre. También fue el primer grupo, después de BATHORY, de verdadero Metal Extremo sueco con un contrato discográfico: su debut, el súper clásico “The Awakening” fue editado (1990) por Deathlike Silence Productions, el sello fundado por Euronymous (MAYHEM), que se enamoró del grupo en cuanto lo conoció a través de Dead (que era sueco, claro).

Antes, dos demos editadas en 1987 y 1988 (“Behind The Black Door” y “Realm Of The Dark”) presentaban a una banda absolutamente radical, que también se basaba en BATHORY y el Thrash más cafre y satánico y usaba como carburante litros y litros de alcohol. Esa actitud, que condujo a un comportamiento imprevisible y a veces vandálico, propagó la fama de un grupo que ayudó a transformar el Thrash en Death Metal. Un sonido vertiginoso pero ya con estructuras más complejas y unas voces que exploraban nuevos niveles de oscuridad.

MERCILESS es la gran leyenda de este tramo que precedió al triunfo del Death Metal en Suecia, un periodo que también alumbró a TREBLINKA, después TIAMAT y un grupo obviamente polémico por su nombre, sacado del infame campo de exterminio nazi en la Polonia ocupada. Sin intención política, simple actitud trasgresora, el frontman Johan Edlund hizo carrera aislado de la corriente central de Estocolmo, que ya apuntaba al Swedish Death Metal. En dos años (1987-89) antes de convertirse en TIAMAT, TREBLINKA editó dos demos y un EP de dos canciones. Su sonido evolucionó rápido y empezó a introducir melodías extrañas y una atmósfera fría y ominosa con riffs cada vez intrincados que iban más allá de la brutalidad primordial que, otra vez, partía de BATHORY, VENOM y las figuras más radicales del Thrash. “The Sign Of The Pentagram” (1989) sigue siendo una escucha interesantísima.

Mientras las piezas empezaban a encajar para la aparición de una escena dominante en Estocolmo, GROTESQUE emergió desde Göteborg, la ciudad que daría nombre al desarrollo, explosión comercial y (seguramente excesiva) expansión del Death Melódico. Antes de todo eso, echó a andar un grupo que evolucionó desde CONQUEST, banda de Speed a la alemana. Y que se convirtió en GROTESQUE en 1988, cuando al guitarrista Kristian Wahlin, apodado Necrolord (y autor de artwork legendario para bandas como EMPEROR y DISSECTION), se le sumó el cantante Goatspell, que no era otro que Tomas Lindberg, después (y todavía) vocalista de AT THE GATES y por entonces uno de los más activos del underground en cuanto a intercambio de casetes. Ávido consumidor de la música más radical que pudiera encontrar.

GROTESQUE, otro de esos pioneros que precedieron a la llegada del Swedish Death Metal tal cual lo conocimos después, partía de un sonido primitivo y oscuro en el que ya aportaban (evidente en el EP “Incantation”, de 1990) muchísima personalidad los particulares riffs de Wahlin y el desgarro emocional de la (hoy inconfundible) voz de Lindberg. Las atmósferas y melodías propiciaban una atmósfera única en este grupo, otro imprescindible, del que después surgieron LIARS IN WAIT y, sobre todo, AT THE GATES.

NIHILIST: El campamento de verano del terror lo cambia todo

La semilla estaba a punto de eclosionar en Estocolmo. Una de las últimas bandas puente fue MORBID (apenas dos años de vida, 1986-88). El grupo, por supuesto, desde el que Dead (Per Yngve Ohlin) saltó a MAYHEM, de Suecia a Noruega. La legendario demo “December Moon” sigue sonando extraña, impactante, retorcida. En ella formaban dos músicos apodados Napolean Pukes y Drutten. Eran Ulf Cederlund y Lars-Goran Petrov, que después se embarcaron en un proyecto que lo cambió todo, en Suecia y en la escena Death Metal mundial: NIHILIST. Piezas apreciadísimas de coleccionismo, el material demo de MORBID es una amalgama de proto Thrash/Death/Black que tuvo un gran impacto en la vecina Noruega y en el incipiente Black Metal del que Dead estaba destinado a ser una figura totémica. Un mito.

NIHILIST, la banda que precedió a ENTOMBED
NIHILIST, la banda que precedió a ENTOMBED

La segunda demo, “Last Supper…” fue, además, la primera grabación de Metal Extremo llevada a cabo en los Sunlight Studios, con Tomas Skogsberg. Un lugar y un productor que acabaron personificando, con ese sonido de guitarras a lo serrucho del pedal HM-2, el sonido del Death Metal tradicional made in Suecia.

Con Cederlund y Petrov ubicados en MORBID, grupo cuya razón de ser se desvaneció cuando Dead emigra a Noruega, un Nicke Andersson de catorce años monta la banda Sons of Satan, proyecto surgido de las ideas que bullen en un campamento de verano en el que conoce a Alex Hellid y Leif Cuzner. Esta unión anticipó el terremoto NIHILIST, el primer grupo de lo que vino a ser después, y ya universalmente, el Death Metal de denominación de origen sueca. El punto de partida fue 1987. Andersson, Hellid, Cederlund, Cuzner, Petrov… Unos llegaron desde MORBID, otros habían hecho después sus pinitos en BRAINWARP, un intento de Thrash excéntrico al estilo VOIVOD o WEHRMACHT.

En NIHILIST, embrión de lo que después fue ENTOMBED, aparecen la agresión y la crudeza extremas, un sonido de guitarras desde entonces inconfundible y una soberbia imaginación compositiva que marcaba diferencias, con estructuras que rompían los cánones más clásicos del Thrash y una brutalidad que era capaz de ser oscura pero también groovie y profundamente adictiva. La primera demo, “Prematury Autopsy” (1988), tiene todavía una clarísima herencia del Thrash alemán y grupos suecos como MERCILESS. Después, el inicio de esa unión que acabará siendo fundamental con los Sunlight Studios y Skogsberg, llegó “Only Shreds Remain” (1989). En ella formaba también Johnny Hedlund, el líder después de UNLEASHED. Y con ella, definitivamente, comienza la era del Swedish Death Metal: riffs más puramente Death, los gruñidos de Petrov, la esencia del sonido Sunlight, composiciones cada vez más alejadas del canon clásico del Heavy/Thrash… Un nuevo mundo que, después de la demo “Drowned” (también en 1989) dio paso a ENTOMBED. La leyenda gigantesca que, en 1990, publicó uno de los discos más importantes de la historia del Metal: “Left Hand Path”.

DISMEMBER y la primera generación del Swedish Death Metal

No todo fue NIHILIST, en todo caso el grupo clave para entender un movimiento en el que, seguramente, DISMEMBER pudo ser (casi) igual de grande.

Dismember
Dismember (foto de Nathaniel Shannon)

Fundado en 1988, tuvo un inicio arrollador con dos demos (1988 y 1989) que le pusieron a la vanguardia del sonido sueco antes de que sus miembros se marcharan a tocar con CARNAGE, ENTOMBED… Nicke Andersson también fue clave en su formación. Ideó el nombre, diseñó el logo y hasta aportó una batería antigua que ya no usaba. Después del parón, DISMEMBER volvió para establecerse como una de las bandas más grandes del sonido sueco/Sunlight, con una obvia y enorme conexión con NIHILIST/ENTOMBED. En cuanto al material demo, de la primera época es especialmente destacable “Last Blasphemies” y de la segunda, la definitiva, la extraordinaria “Reborn In Blasphemy”. Sencillamente, material clásico a las puertas (1990) de un disco extraordinario, inmortal: “Like An Everflowing Stream”.

La banda sueca de Death Metal Grave
Grave

Otro de los nombres esenciales de lo que sería el Death Metal sueco, GRAVE, comenzó en 1986, como CORPSE y a golpe de Speed Metal. Un grupo verdaderamente particular que surgió en Visby, en la aislada y casi desierta isla de Gotland. En 1989 tomó su nombre definitivo y editó parte del mejor material temprano de su generación y estilo: “Sexual Mutilation”, “Anatomia Corporis Humani”… Sonido brutal y una cada vez mayor influencia de Estocolmo con esas particularidades que siempre caracterizaron a un grupo que introdujo riffs casi Doom, atmósferas mortuorias y una brutalidad mayor que la de los primeros pasos de NIHILIST.

CARNAGE estuvo allí en el inicio (1988) pero desapareció demasiado pronto (1990) porque Michael Amott, su brillante líder y guitarrista, recibió la irrechazable llamada de CARCASS.

Con miembros de DISMEMBER durante la breve diáspora de estos, Amott creó un sonido 100% Sunlight pero seguramente más brutal, con ritmos más violentos y una base más gruesa. La demo “Infestation Of Evil” es material de primera categoría y el debut, “Dark Recollections”, uno de los mejores discos de Swedish Death Metal. Editado, además, solo unos meses después de “Left Hand Path”, en 1990.

También en 1990, TIAMAT (el grupo que siguió a TREBLINKA), publicó “Sumerian Cry”, cronológicamente el primer LP del estilo grabado en Sunlight (en 1989). Y una obra que extendía esa atmósfera oscura y con ecos de la primera ola de Black Metal que producía un sonido que era Death Metal… pero diferente al canon de Estocolmo, que sí inundaba “Time Shall Tell”, el EP que editó en 1990 THERION, después una de las referencias de lo sinfónico. La aparición de UNLEASHED a partir de una costilla de NIHILIST, y los grupos que se fueron sumando antes de la explosión definitiva (CREMATORY, CARBONIZED, AFFLICTED CONVULSION, GENERAL SURGERY…) cierran el nexo hacia los años dorados de un estilo que se expandió a lo grande por todo el mundo.

La plaga del Death Metal se extiende por Europa

Otros nombres legendarios surgieron de las Islas Británicas. CANCER se formó en 1987 y tendió un puente desde el Thrash Metal hacia el primer Death expuesto en su inolvidable debut, “To The Gory End” (1990), grabado en los Morrisound Studios de Tampa (cuna del Death Metal americano) con colaboración en las voces de John Tardy (OBITUARY). NECROSANCT es un nombre enterrado por el tiempo, un grupo intentó llevar la velocidad a un nuevo nivel y trasladar el legado de REPULSION a un entorno más Death Metal. Su primer disco; “Equal In Death” (1990) merece una escucha como baliza de su tiempo y su época.

Concierto de Cancer durante el último Bilbao Deathfest
Concierto de Cancer durante Bilbao Deathfest VI (foto de Miguel Galindo C. Under Photography)

Los otros dos grandes nombres de la escena británica son, sin dudad, BENEDICTION y BOLT THROWER. Los primeros surgieron en 1989 con un concepto ya profundamente Death Metal. En aquel año publicaron su primera demo y en solo dos más habían editado dos discos clásicos (“Subconscious Terror” y “The Grand Leveller”), la prueba de que el Metal Extremo estaba entrando en esa fase de expansión y éxito en la que las oportunidades discográficas llegaban a la velocidad de la luz.

BOLT THROWER nació en Coventry en 1986, editó cuatro demos en dos años y recibió la invitación de John Peel para sus Peel Sessions. Mano de santo para obtener contrato y editar un primer disco referencial: “In Battle There Is No Law” (1988). De unos primeros tiempos marcados por la velocidad y los blastbeats a una evolución hacia el sonido ultra groovie que acabó personificando, BOLT THROWER se convirtió en uno de los grandes grupos del Death Metal mundial, con su fijación por la temática bélica y las portadas servidas por la empresa Games Workshop, responsable de Warhammer, juego que también influyó de forma notable en el grupo.

En Europa, la primera corriente fuerte de Death Metal verdaderamente considerado como tal llegó en Países Bajos. El pionero, a partir de 1984, fue THANATOS, con muchísima actividad demo y un debut esencial en 1990: “Emerging From The Netherworlds”.

También en los años ochenta nacieron algunas leyendas del Death Metal que, como sucede con muchos nombres clásicos que recorren este artículo, tendrían en realidad cabida en uno centrado en el esplendor y los discos trascendentales del género. PESTILENCE comenzó en 1988, con un Thrash furioso que saltó al Metal Extremo y evolucionó rápido hacia terrenos técnicos y progresivos. Antes de eso, la demo “The Penance” (1987) anticipó lo que serían dos discos majestuosos de Death Metal primitivo: “Malleus Malleficarum” (1988) y “Consuming Impulse” (1989). ASPHYX comenzó en 1987 y publicó sus primeras demos todavía en los ochenta, también, antes de editar en 1991 un debut infaltable en cualquier colección de Metal Extremo: “The Rack”. GOREFEST llegó casi en el cambio de década, como, desde Austria, el retorcido y macabro sentido del humor de PUNGENT STENCH.

Más nombres, en paralelo y a las puertas de la explosión definitiva del Death Metal: en Alemania MORGOTH y ATROCITY, en Francia LOUDBLAST y en Noruega, donde se viraba hacia el consabido Black autóctono, el de segunda ola, CADAVER. Un grupo nacido en 1988 y que siguió centrado en ese Death Metal (“Hallucinating Anxiety” es un clásico de 1990) por el que ya nadie parecía interesado en su país.

Un último pionero, por fecha de nacimiento y por trascendencia, fue, más allá del Telón de Acero, VADER. La leyenda de Polonia y el retoño de Peter (Piotr Paweł Wiwczarek), un gran personaje de la historia del Death Metal. Puso VADER en marcha en 1983, primero con un sonido más cercano al Speed Metal y, aproximadamente a partir de 1987, con un abrazo profundo al Death Metal que nacía… y del que ya no se ha movido jamás. La demo “Morbid Reich”, editada en 1990, es una pieza de culto en el Metal Extremo europeo.

Finlandia, en la primera línea de los sonidos del terror del Metal Extremo

Finlandia: la vieja y oscura Finlandia. Un país esencial en el Metal Extremo, con una escuela de Black Metal que nunca se adhirió del todo a la segunda ola noruega (con la que además cruzó amenazas y acusaciones) y una de las corrientes más personales, emblemáticas y trascendentales de la historia del Death Metal. Seguramente la principal más allá de los dos grandes puntos de apoyo del género: Estados Unidos y Suecia.

Finlandia tuvo siempre su sonido propio. Con la melancolía de su naturaleza y su clima, con una oscuridad particular e insondable y un individualismo tozudo. Sin un gran estudio (como los Morrisound en Florida o los Sunlight en Estocolmo) que diera uniformidad, con una búsqueda de nichos propios y una evolución vertiginosa que pronto desencuadernó una escuela que ahora vuelve a estar llena de representantes de primer nivel. Músicos jóvenes que estaban en plena transformación, que nunca parecían detenerse, y un sonido que, como en todo el mundo, bebía del Punk/Hardcore, el Thrash y los grandes pioneros… pero también del Metal clásico: de ahí sus inconfundibles melodías.

El Death Metal finlandés, como hecho y estilo, merece su propio tomo en la enciclopedia del Metal Extremo. DEMIGOD, SENTENCED, CONVULSE, XYSMA, AMORPHIS, FUNEBRE, ABHORRENCE, PURTENANCE, ADRAMELECH, THERGOTHON, DISGRACE… Una conjunción extraordinaria de talento que bebió del sonido de la vecina Suecia sin terminar de empaparse de él, sin caer en la moda ni la ola que se convirtió en tsunami.

En Finlandia todo sucedió muy deprisa. En los ochenta el Heavy Metal, mucho después puro mainstream en el país, era un exotismo. El primer grupo considerado como tal fue SARCOFAGUS, y estaba enormemente influido por sonidos setenteros, progresivos… y británicos. RIFF RAFF, que pasaron del Hard Rock al proto Thrash, y sobre todo los clásicos TAROT funcionaron como vanguardia, mientras la parte más agresiva quedaba para OZ, el grupo que muchos toman por sueco porque crecieron bajo el abrazo de Börje Forsberg. Boss, el padre de un Quorthon (BATHORY) cuya mano aparecía, sujetando una calavera, en el segundo disco del grupo, “Fire In The Brain” (1983).

Finlandia asumió después la llegada arrolladora del Speed/Thrash Metal, gracias sobre todo al éxito de STONE (su debut homónimo, de 1988, es un pequeño clásico), y una brecha entre el sonido más cercano al Speed y el humor bizarro a la americana en el sur del país y las tendencias más oscuras, retorcidas y violentas del norte.

Así se gestó el proto Extremo en Finlandia: más radical cuando más cerca del Círculo Polar Ártico. NATIONAL NAPALM SYNDICATE y A.R.G. radicalizaron el Thrash Metal y empezaron a forjar un sonido más brutal. Los segundos editaron en 1988 una de esas joyas demo que recorrieron el mundo gracias al intercambio de casetes: “Heathenism In Penitentiary”.

El camino hacia el Death Metal estaba siendo asfaltado, y en su expansión participaron grupos como MENGELE (el nombre, en teoría, respondía a un sentido del humor muy negro y no a inclinaciones políticas), con su EP “Senseless Extermination”; PHLEGETHON (“Visio Dei Beatifica” fue su demo de 1989) y, sobre todo, SACRED CRUCIFIX, para muchos la verdadera punta de lanza y casi ya un grupo de Death Metal a todos los efectos en la brutal demo “Realms Of Darkness” (1989).

La mutación se completó en aquel 1989: FUNEBRE editó “Cranial Torment”, una demo de culto que es la primera grabación de Death Metal finlandés puro, rotas ya casi todas las escalas tendidas desde un Thrash que pasaba a ejercer de suelo, de simple fuente primordial. FUNEBRE no solo abrió el camino en su país: era, en aquel momento, una de las versiones más evolucionadas y abominables de Death Metal a nivel mundial. La lanzadera de algo que hervía en Finlandia. Para 1990 ya habían editado sus primeras demos XYSMA, SENTENCED, CONVULSE, DISGRACE, ABHORRENCE…

El Black Metal y su evolución en Europa: aluvión de sombras negras entre olas

La segunda ola de Black Metal tuvo, en el inicio de los años 90, un epicentro claro y perfectamente delimitado: Noruega. Y de ahí, a los países vecinos (Suecia, Finlandia) y al mundo. La primera ola, antes, había viajado sobre el cauce de los precursores más (VENOM, BATHORY) o menos (SODOM, MERCYFUL FATE…) directos. Entre esos dos tramos quedó la huella de algunas bandas que se establecieron entre unos ochenta que se consumían y unos noventa que llegaron con, en 1992, el primer LP de Black Metal noruega considerado puramente como tal, el seminal “A Blaze In The Northern Sky” de DARKTHRONE.

A Blaze In The Northern Sky: Disco de Darkthrone
A Blaze In The Northern Sky de Darkthrone

Esa bolsa de grupos se movía, seguramente antes de tiempo y por eso con muchas apuestas en su contra, en un sonido ya muy identificable con el Metal Extremo. Pioneros de enorme influencia en, sobre todo, esa escena Black nórdica que, además, iba a usar como impulso (por pura oposición) lo que se consideró un éxito excesivo e ideológicamente intolerable del Death Metal. Al que Euronymous, el gran predicador de ese nuevo Black de militancias tan férreas, empezó a llamar despectivamente Life Metal.

La banda canadiense de Black/Death MetalBlasphemy
La banda canadiense de Black/Death Metal
Blasphemy

Ninguno de esos grupos de entre olas dejó una estela tan virulenta y controvertida, seguramente, como BLASPHEMY, nacido en 1984 con un rosario de nombres (ANTICHRIST, DESASTER, THRASH HAMMER) hasta dar con el definitivo. Un grupo con una leyenda negra de violencia, pasos por la cárcel, vandalismo y el peligroso recuerdo, entre la realidad y la leyenda urbana, del culto satánico conocido como Ross Bay Cult que convirtió a Victoria, en la Columbia Británica, en una de las capitales mundiales del satanismo. Entre bosques y abierto el Pacífico, el viejo cementerio de Ross Bay estaba atravesado por cuevas y catacumbas en las que se realizaban ritos satánicos de toda índole, se supone, y sobre los que los miembros de BLASPHEMY nunca quisieron entrar en detalles.

Como estandarte de una suerte de movimiento de skinheads satánicos, pero con un miembro de color en sus filas y sin más ideología que el caos y la oscuridad, BLASPHEMY mezcló su forma de entender el Black Metal, absolutamente salvaje, con toques de Death Metal y una locura que se desbordaba en la demo “Blood Upon The Altar”, de 1989. Una pieza que adquirió estatus de culto en los países nórdicos viajando de mano en mano, de buzón en buzón. El primer disco, “Fallen Angel Of Doom…” (1990) se queda a las puertas de la llegada del sonido nórdico. Canciones cortas y desenfrenadas y voces que reverberaban sobre riffs hirientes pero accesibles mientras la violencia en sus conciertos disparaba la mística underground de un grupo cuyos fundadores eligieron apodos como Nocturnal Grave Desecrator And Black Winds o Three Black Hearts Of Damnation And Impurity.

Del continente americano también surgió VON, una extraña leyenda rodeada de confusión y narrativas retorcidas que quedó, por su formación en 1987, como el primer grupo de Black Metal estadounidense. Que fue conocido por muchos gracias a Varg Vikernes, que lo citó en su archifamosa y escandalosa entrevista con Kerrang (enero de 1993) y que, sobre todo (una imagen vale más que mil palabras) se puso de una camiseta suya para comparecer en su juicio por la quema de iglesias en Noruega.

Durante años, y a pesar de un reguero de ediciones extrañas a lo largo de los 90, el único material de VON fue la demo “Satanic Blood” (1992), adorada por algunos y denostada por muchos. Y una anticipación de la corriente más primitiva, cruda y minimalista del Black Metal. Un sonido tan radical y básico que todavía hoy se hace difícil de consumir y que reaccionaba contra la tecnificación y expansión del Thrash. Después se supo que el grupo nació en Hawái, nada menos, y saltó de ahí a San Francisco. Y que uno de sus misteriosos miembros, apodado Kill, era Joe Allen, exbajista de AUTOPSY.

El grupo checo de Black Metal Master's Hammer
El grupo checo de Black Metal Master's Hammer

En Europa, un caso muy significativo por olvidado y paradigmático es MASTER'S HAMMER, una de las primeras semillas de Metal Extremo en el Este, todavía en lo que era el bloque comunista. En 1987, en Praga, nació una banda fundada por estudiantes de diseño gráfico, algo que salta a la vista si se observa el mítico logo que, con aspecto heráldico, concentra cruces invertidas, un pentagrama dentro de una calavera… Con una tremenda influencia de BATHORY y acercamientos a la Iglesia de Satán de Anton LaVey, MASTER’S HAMMER evolucionó su sonido hasta convertirse en una influencia clara de las bandas nórdicas, tanto que Fenriz (DARKTHRONE) suele decir medio en broma que el debut de los checos, “Ritual” (1991), puede ser considerado en realidad como el primer disco de Black Metal noruego.

Demo a demo, la más significativa “The Mass” (1989), el grupo maduró un sonido cada vez más épico y personal; intenso, demoníaco y con unas voces de las que tomó buena nota Attila Csihar, vocalista de TORMENTOR que saltó después a MAYHEM. “Ritual” es un disco olvidado pero importante y que todavía sigue sorprendiendo a quienes lo escuchan por primera vez.

La banda húngara de Black Metal Tormentor
La banda húngara de Black Metal Tormentor

Los citados TORMENTOR son otro caso de grupo nacido (1985) al otro lado del Telón de Acero, en la Hungría comunista. Un toque exótico de atractivo obvio en aquella escena de intercambio de casetes por correo. Attila Csihar, que se convertiría en inmortal poniendo su voz a “De Mysteriis Dom Sathanas” y que sigue siendo el vocalista de MAYHEM, tenía quince años cuando arrancó el grupo y apenas diecinueve cuando este desapareció por primera vez, en 1991. Los miembros de TORMENTOR evitaron la censura comunista porque vivían al oeste del país y sintonizaban emisoras austriacas. Como tantas veces, de KISS a IRON MAIDEN y de ahí a VENOM, CELTIC FROST, DESTRUCTION, GBH, THE EXPLOITED…

En 1987 TORMENTOR editó la demo “The 7th Day Of The Doom”, grabada en un garaje y con influencias obvias del Metal Clásico y el Thrash. Después, en 1989, se grabó un debut de culto, “Anno Domini”, editado por el propio grupo a partir de copias de la grabación original, con la que había desaparecido el sello que lo iba a poner en el mercado. Su historia, su procedencia y su sonido violento y rápido mezclado con partes más atmosféricas y melódicas le dieron ese estatus de mito underground que cautivó a la incipiente escena noruega. Después MAYHEM, que había tomado buena nota, llamó a Attila cuando necesitó un vocalista especial, diferente a todos, tras el suicidio del inolvidable Dead.

Otros dos históricos europeos en ese molde de entretiempo, más allá de la primera ola de Black Metal y antes del ascenso de la corriente noruega que lo arrasó todo. Los dos nacieron en 1987 en zonas más o menos aisladas de Europa en términos del incipiente Metal Extremo: SAMAEL en Suiza, la cuna de HELLHAMMER/CELTIC FROST, y ROTTING CHRIST en Grecia. Punta de lanza de lo que se iba a convertir en un subestilo esencial, el Black Metal griego.

SAMAEL nació con el objetivo de crear música con espíritu, que se alejara de un Thrash cada vez más técnico y aceptado en las fronteras del mainstream. Siguiendo los pasos de HELLHAMMER y sin demasiada pericia instrumental, se concentró en crear atmósferas oscuras, de otra dimensión. La evolución fue vertiginosa desde el sonido primitivo de las demos y el EP “Medieval Prophecy” (1988) al debut “Worship Him” (1991), el primer larga duración editado por el sello Osmose. Desde este trabajo a los dos siguientes, “Blood Ritual” y el esencial “Ceremony Of The Opposites” (1992 y 1994), SAMAEL se apropió de una veta diferente de Black Metal: una presencia cada vez mayor de teclados y electrónica, sonido más sofisticado y elementos que estaban dejando de ser anatema, como las guitarras acústicas. Cada vez menos arcaico y hasta cierto punto accesible pero cargado de simbolismo oscuro y misteriosos pasajes ritualistas. Un grupo único y extraordinario.

ROTTING CHRIST abrió el camino de la escena griega (NECROMANTIA, VARATHRON, NIGHTFALL, SEPTICFLESH…) cuando dejó atrás sus inicios de sonido Grindcore y actitud Punk y pasó a forjar un Black mediterráneo con melodías cercanas al Metal Clásico y un tono cálido que se convirtió en sello de esa escuela helena. Con el cannabis como vehículo y fuente de inspiración y un gran éxito por todo el mundo gracias, una vez más, a la escena underground de intercambio de casetes. Euronymous sentía una enorme admiración por ROTTING CHRIST y su muerte truncó la grabación de un Split con BURZUM. Del Grindcore a un estilo que llamaron Abyssic Death Metal a falta de definición mejor, y finalmente ese Black griego que eclosionó en el segundo disco (1993): “Thy Mighty Contract”, un clásico de primerísima categoría aunque ya tardío para el marco temporal y estilístico en el que se encuadra este artículo. ROTTING CHRIST, en todo caso, merece reconocimiento como inspiración de la segunda ola noruega e instigador de una de la escenas más reconocibles y personales del Black Metal.

MAYHEM y la construcción del arquetipo

Aunque los límites no siempre sean claros entre qué es proto y que es pleno, hay pocas dudas sobre quiénes son precursores. En ese sentido, este artículo obliga a tomar algunos nombres como parte y no como todo. Evidentemente, MAYHEM es un grupo de la segunda ola de Black Metal nórdico. El grupo, de hecho. Y “De Mysteriis Dom Sathanas” es, por muchas circunstancias que arrancan en la música (especial) y van mucho más allá, la piedra angular del estilo. Pero antes de esa materialización en 1994; Antes de los suicidios, los asesinatos y el pánico social al terrorismo satánico en Noruega, MAYHEM había tenido una década de carrera desde su nacimiento en 1984. Una en la que repitió y amplificó muchos de los patrones de las bandas que ayudaron a pergeñar el Metal Extremo.

Dead, el malogrado cantante de Mayhem
Dead, el malogrado cantante de Mayhem

Esa primera versión de MAYHEM estaba lejos del grupo que después se tomó a sí mismo demasiado en serio, de las reuniones en la tienda Helvete (infierno en noruego) y el elitismo del Inner Circle, de la doctrina y la obsesión purista. Tenía a Euronymous (asesinado en 1993) y Necrobutcher (sigue al pie del cañón) como constante, conexión con el futuro, pero también a una serie de personajes (Manheim, Messiah y un Maniac que regresaría después) empujando en ese embrión que apenas tenía nada de lo que sería el Black Metal que estaba a punto de llegar: el satanismo surgió como fórmula para hacer letras atractivas, las canciones hablaban de violencia y muerte gore y la música era una irreverente mezcla de Metal y Punk, sin apenas producción ni elaboración.

La bola de sonido que hizo famosa a la demo “Pure Fucking Armageddon” (1987, una experiencia francamente complicada, por decirlo de alguna manera) y que evolucionó hacia “Deathcrush”, finalmente un EP (1987) que resulta esencial para entender el Metal Extremo europeo en su génesis: el rojo violento de la portada, la aparición del mítico logo del grupo y algunos toques experimentales en un sonido entre el Trash, el Death y el Punk que mantiene afilada la pluma de los detractores pero muestra una incipiente vocación constructiva con respecto a grabaciones anteriores.

“Deathcrush” puso fin a esa etapa de adolescentes que solo piensan en molestar, hacer ruido y consumir toda la música que se saliera de los carriles de la sociedad. Después llegaron el batería Hellhammer (una referencia absoluta en el Black Metal) y, sobre todo,Dead, el cantante sueco que se suicidó en 1991, en la infausta cabaña del grupo en los bosques de Kräkstad. Ahí comenzó el viaje hacia la insondable profundidad del Black Metal, hacia la erudición de la segunda ola. La torturada mente de Dead trajo el contacto con el más allá, la obsesión con la oscuridad y la vida ultraterrena, el corpsepaint, la mutilación en los escenarios y esa fascinación por lo mórbido que le hacía, entre otras cosas, inhalar el hedor de bolsas con pájaros muertos antes de cantar. Para entonces, MAYHEM ya era otra cosa. Más peligrosa, más siniestra, camino de encontrarse con su propia leyenda, con el arquetipo. Antes de su suicidio, Dead solo grabó dos canciones de estudio: “Freezing Moon” y “Carnage”. Material de absoluto culto. Después, en 1993, se publicó el directo “Live In Leipzig”. Lo siguiente sería el monumental “De Mysteriis Dom Sathanas”. Pero eso ya no forma parte de este artículo.

Hardcore, Punk, Crust… el caos y el ruido de la calle

Durante todo el artículo han aparecido referencias a una veta de sonido que se sale del árbol genealógico del Metal, al menos en su sentido más hermético. Y es cierto que muchas veces, y desde esa visión tan endogámica que los géneros metálicos suelen tener de sí mismos, se obvia la trascendencia del Punk, su aceleración hacia el Crust y su expresión más brutal en el Hardcore (y después Crossover y Grindcore) como elementos esenciales en la aparición y desarrollo del Metal Extremo. Su influencia va de los pioneros a los grupos que establecieron definitivamente las hojas de ruta de los subestilos: de finales de los 70 a comienzos de los 90.

Y es enorme: la rabia del sonido callejero, el melting pot cultural de las grandes ciudades y la expresión del rechazo frontal a la sociedad. El dedo en la llaga de jóvenes que buscaban los sonidos más radicales. Muchas veces la brutalidad por la brutalidad, fin en sí misma. La velocidad, los ritmos crujientes, las voces cada vez más horribles, la contestación y el escándalo… y también esa actitud de hazlo tú mismo (DIY) de la contracorriente, del underground. Los fanzines, el intercambio de casetes, las escenas que se gestan más allá de todas las miradas, en el submundo. Todo esto, esencial para el desarrollo de las vertientes más radicales del Metal, se propagó desde esas cloacas del Punk/Hardcore que habían sido como agua y aceite con el Metal Clásico. Vecinos muy mal avenidos hasta que colisionaron en el Crossover, el Thrash y sus manifestaciones cada vez más exageradas, diabólicas y ruidosas. Punks en conciertos de Metal, heavies en conciertos de Hardcore… lo que parecía imposible, sucedió. Y el Metal Extremo tuvo mucha culpa de ello.

El Death Metal sueco, por ejemplo, bebió mucho de clásicos del Punk radical como DISCHARGE y BLACK FLAG, grupos que iban más allá del límite de lo tolerable a finales de los setenta y comienzos de los ochenta. El primero de los dos ("Hear Nothing See Nothing Say Nothing", editado en 1982, es una de las obras cumbre del Hardcore/Punk) aportó el D-Beat, el ritmo de batería prototípico del sonido Swedish que también usaba la banda de Estocolmo RUDE KIDS, el primer nombre del Punk sueco que llegó al gran escaparate discográfico (con el disco “Safe Society”, en 1979). Otros nombres locales muy importantes en la escena urbana fueron ANTI-CIMEX, MODERAT LIKVIDATION y MOB47.

La escuela estadounidense también fue importante en la expresión rabiosa de una juventud cada vez más alienada: DRI en Texas, BAD BRAINS y MINOR THREAT en Washington DC, AGNOSTIC FRONT y CRO-MAGS desde los duros barrios neoyorquinos, BLACK FLAG y THE DESCENDENTS en Los Ángeles y, claro, la absolutamente desenfrenada escena de Boston, donde la velocidad era la única norma, y a ultranza: DEEP WOUND, SIEGE…

Pero ningún caldo de cultivo, claro, tan potente como el de la Gran Bretaña que ya había despertado de sus sueños de grandeza industrial. Las bandas del círculo de fábricas grises de Birmingham, la rebelión de la clase obrera contra las políticas de Margaret Tatcher, el anarco Punk que comenzó con SEX PISTOLS y que sumó a CRASS, THE EXPLOITED y los citados DISCHARGE. Y, después, más allá, EXTREME NOISE TERROR. Un nuevo ruido para aquellos que yo sentían ninguna emoción con THE CLASH. En ese violento ecosistema surgió una banda que amarró las escenas Hardcore y Metal y se convirtió en una leyenda cuya historia es un tomo de la enciclopedia del Metal Extremo: NAPALM DEATH.

La influencia de NAPALM DEATH y el Grindcore

La historia de NAPALM DEATH comenzó en Meriden, un pueblo cerca de Birmingham rodeado de bosques que presume, monumento incluido, de ser el centro geográfico de Inglaterra. Y es la historia del Grindocre, del Metal Extremo británico, del cruce de caminos más salvaje entre Punk/HC y Metal... Un árbol genealógico que cartografía a los personajes trascendentales de la escena británica.

Napalm Death
Napalm Death

Los primeros protagonistas son Nicholas Bullen y su amigo Rat (Miles Ratledge), que empiezan a tocar en 1979 y en 1981 ya forman como NAPALM DEATH por influencia de una de sus películas favoritas, “Apocalyse Now”. Siguen la estela del anarco Punk y del nuevo Hardcore/Punk/Crossover que representan DISCHARGE y CRASS, en cuyo sello aparece un recopilatorio que incluye la primera canción grabada por NAPALM DEATH: “The Crucifixion Of Possessions”. En 1983, el grupo forma parte de un cartel salvaje (con CHAOS UK, ANTISECT, AMEBIX…) para un concierto vendido con el eslogan-gancho de earache: dolor de oídos. Una ocurrencia del promotor, un Digby Pearson que acabará siendo fundamental en el desarrollo de la escena extrema con, precisamente, el sello al que llamaría Earache Records.

El primer formato reconocible de NAPALM DEATH incluye a Justin Broadrick, que sería después un personaje esencial del Metal Industrial con su banda GODFLESH, con la que editó en 1989 el clásico “Streetcleaner”. Y, claro, al batería Mick Harris, que aportó un nuevo pico de velocidad y, si la historia es como después se contó, los términos blastbeat y Grindcore. Bautismo para el nuevo sonido. Antes de su llegada, el grupo ya rodaba con la demo “Hatred Surge” (1985), y a partir de ahí fue puliendo un sonido cada vez más empapado también de un Metal que llegó a través de los amigos que intercambiaban cartas en el circuito del underground mundial. Ninguno en todo el Reino Unido con la dedicación de Shane Embury, el que sería bajista de la banda a partir de 1987… y hasta hoy.

El primer disco de NAPALM DEATH, “Scum”, una leyenda del ruido editada en 1987, mezcla dos grabaciones (la primera de 1986) pensadas para ser editadas como demos. Earache lo lanzó finalmente como LP, un puente entre la formación con Bullen y Broadrick y la que incluiría, ya legendaria, al cantante Lee Dorrian y al guitarrista Bill Steer. El primero se fue en 1989 y puso en marcha CATHEDRAL, una institución del Doom Metal. El segundo acabó sintiéndose más cómodo con su otra banda: CARCASS, su única ocupación a partir de 1989.

De este nudo salió una producción legendaria en el inicio del Metal Extremo británico: “From Enslavement To Obliteration” (1988), el segundo disco de NAPALM DEATH. “Forest Of Equilibrium” (1991), el debut de CATHEDRAL. Y, claro, la mítica producción de CARCASS, cuya primera demo apareció en 1987 (“Flesh Ripping Sonic Torment”) y que entre 1988 y 1989 publicó dos discos esenciales para el Death/Grindcore: “Reek Of Putrefaction” y “Symphonies Of Sickness”. Cada vez más cerca del Death Metal más puro, un camino que también recorrió, no sin tensiones, NAPALM DEATH. “Harmony Corruption” (1990), hoy considerado un clásico, fue un disco divisivo en su tiempo. En él ya estaban Jesse Pintado Shane Embury y el cantante Mark ‘Barney’ Greenway. Y en él pudo estar el guitarrista sueco Michael Amott, de CARNAGE y después de los melódicos y ultra famosos ARCH ENEMY, que fue llamado a filas pero no aceptó. Su aventura inglesa llegaría, pero después y con CARCASS.

En ese ascenso de los sonidos radicales británicos tuvo mucho que ver la aparición de Earache y, después, de Peaceville Records. Y también la apertura de oídos y mente de John Peel, legendario locutor de la BBC que, con sus célebres sesiones en directo, se volcó con NAPALM DEATH (y con aquella incipiente escena extrema) aunque no tuvo su primer contacto con el grupo hasta los 48 años.

El Doom Metal se retuerce: la danza macabra del demonio

El Doom podría parecer, de un primer vistazo, la inversión de lo que define al Metal Extremo. Al menos porque renuncia a la velocidad y la carnicería y apuesta por todo lo contrario: ritmos ultra lentos y muchas veces desnudos, mejor cuanto más sencillos, y voces generalmente lánguidas. Pero se trata, en todo caso, de un género absolutamente radical en buena parte de sus muchas caras. Uno que se cuela en otros mil estilos, que asoma por cualquier resquicio, que parece mezclar con lo que sea que se ponga delante. Y que permite expresiones que van de un sentido de tragedia casi victoriano a la más profunda desesperación del espíritu, la oscuridad insondable del universo o la metafísica antirreligiosa. Musicalmente puede adherirse al hueso más descarnado del primer Heavy Metal, teñirse con los ritmos crujientes del Post Punk, adentrarse en la cara más miserable del Metal Extremo, enredarse en paisajismo Progresivo… Pero, pese a la variedad que permite un libro de estilo muy básico en lo nuclear, rara vez resulta difícil de distinguir en sus elementos primordiales. A veces dominantes, a veces esparcidos con cuentagotas.

El Doom ha recorrido, de una forma u otra, este artículo desde el principio. Literalmente: desde que BLACK SABBATH echó mano del maldito tritono (diabolus in musica) para componer la canción que dio nombre definitivo al grupo (conformado, primero, en 1968 como EARTH), y a su primer disco, y que introdujo la semilla de un nuevo mundo: en el microscopio, el Doom Metal; en el plano general, el Heavy Metal en toda su amplitud.

Black Sabbath
Black Sabbath

El océano de miseria y oscuridad del Doom merece al menos una travesía superficial que lo ubique en el contexto de este artículo: el Proto Metal Extremo, el origen de los sonidos del más allá. Unos brochazos básicos que no pueden obviar a unos precursores que pusieron la oscuridad, la estética tenebrosa y las afinaciones ultra graves de guitarra en esa evolución del maremágnum Rock/Blues/Jazz a partir de la que BLACK SABBATH creó su monstruo. El Doom, el Metal Clásico, el hilo oscuro y pesado que acabaría inevitablemente en el Metal Extremo o el alma groove del Stoner: todo está en BLACK SABBATH.

Pero hubo otros pioneros trascendentales en ese primer Doom/Proto Heavy Metal. PENTAGRAM, el grupo en el que sigue activo Bobby Liebling con 68 años, nació en 1971 y, aunque no editó ningún disco hasta 1985 (el clásico “Pentagram”), sus singles de los setenta tienen consideración de piedra fundacional. La lista tiene que incluir, obviamente, a históricos como THE OBSESSED, TROUBLE, que se ganaron el apelativo de White Metal por su (exótica) inclinación cristiana y ST VITUS, con ramalazos callejeros que son influencia directísima para la veta Sludge.

Una visión más amplia permite incluir a un grupo olvidado de Rock/Proto Doom como SORCERY (“Sinister Soldiers”, 1978) y a la expresión más oscura del incipiente Heavy Metal, una muestra de que el género iba a explorar terrenos ignotos: CIRITH UNGOL, con su sonido bizarro y oscuro. O las bandas que, por esa inclinación hacia el negro negrísimo, tuvieron un toque de outsiders dentro de la NWOBHM: PAGAN ALTAR (con su legendaria demo editada en 1982) y WITCHFINDER GENERAL. En Suecia, por último, CANDLEMASS mezcló los riffs de BLACK SABBATH con la grandilocuencia creciente del Metal Clásico y se convirtió en eminencia del Epic Doom Metal y punto de encuentro obvio para quienes buscaban, todavía en los ochenta, los sonidos más pesados de su tiempo sin rebuscar en el circuito underground.

Una escalera de caracol hacia el infierno repleta de Doom y Metal Extremo

El Doom aporta un perfil, en lo temático y en lo musical, que anticipa buena parte de lo que será la búsqueda perpetua del Metal Extremo. BLACK SABBATH está en el eje de todo, el material más pesado y atmosférico de HELLHAMMER y CELTIC FROST aparece como referencia directa en quienes abrieron otras vías en un género que pronto empezó a desplegar sus alas más allá del Metal tradicional. Death/Doom, Black/Doom, Gothic/Doom y la miseria suprema del Funeral Doom son vetas del estilo que entran de lleno en los terrenos extremos. También la cara más abrasiva del Sludge, y desde luego la simplificación alienante del Drone con sus atmósferas yermas: el dolor de la nada.

Muchos de los pioneros en esas nuevas manifestaciones del Doom han ido apareciendo a lo largo del artículo. CATHEDRAL personificó la necesidad de su líder, Lee Dorrian, de pisar el freno de forma drástica tras su paso por NAPALM DEATH a golpe de espasmo Grindcore, un género que estaba presente en el particular universo de un grupo de enorme trascendencia pese a su escasa producción: DISEMBOLWELMENT, desde Australia, solo existió entre 1989 y 1993, pero su EP “Dusk” (1992) y el LP “Transcendence into the Peripheral” (1993), una obra única y magnífica, se desmembraban entre las partes más nocivamente lentas y los vaivenes más salvajes. Un contraste que no se dio después tanto en los grupos de Death/Doom puro como en los que practicaban, los matices cuentan, un Death muy cercano al Doom… pero Death al fin y al cabo: ASPHYX y AUTOPSY son ejemplos obvios y referenciales.

Una rara avis fue DREAM DEATH, con una suerte de Doom/Thrash, combinación improbable, que cría polvo en la historia del Metal de los ochenta pero que dejó un muy interesante, a la vista de lo que vino después, disco en 1987: “Journey Into Mistery”.

CARNIVORE fue el proyecto Crossover del que evolucionaria Peter Steele hacia su leyenda vampírica con TYPE O NEGATIVE. GOATLORD, un nombre maldito en la escena estadounidense, fue uno de los primeros grupos que mezcló Doom con el incipiente Death/Black Metal, la primera gestación del Metal Extremo. Su producción, a finales de los ochenta y principios de los noventa, es un eslabón perdido hacia el Black/Doom, del mismo modo que la historia ha enterrado a SEMPITERNAL DEATHREIGN y “The Spooky Gloom” (1989): un embrión de la fusión de la pesadez del Death Metal y la textura atmosférica del Doom desde los Países Bajos, donde THE GATHERING (desde 1989) adelantó la combinación de delicadas voces femeninas y guturales masculinas en la demo “An Imaginary Symphony” (1990).

Después, THEATER OF TRAGEDY (Noruega, 1993) introdujo esa combinación vocal, con la que también había coqueteado PARADISE LOST, por primera vez en un disco completo (1995). La fusión de Doom, Death y Gothic Metal ya era una realidad.

Las Islas Británicas, que habían sido punta de lanza de sonidos callejeros y sucios, marcados por el horizonte gris de sus núcleos industriales, enseñaron otra de sus caras en ese halo de romanticismo victoriano que impregnó a una escuela esencial del Doom/Death en los años 90, la que evolucionó hacia terrenos cada vez más góticos y atmosféricos de la mano de gigantes como PARADISE LOST (muy Death Metal en sus inicios: 1988), MY DYING BRIDE (1990) y ANATHEMA (1990). Un estilo mucho más refinado que el que anticiparon joyas underground de un primer Doom/Death robusto y brutal: el olvidado “The Entity”, disco editado en 1991 desde Islandia por SORORICIDE o el reverenciado “Into Darkness” (1990) de WINTER, forjado en las calles de Nueva York y uno de los primeros clásicos indiscutibles del género. En Suecia, esos primeros sonidos atmosféricos se inclinaron o bien hacia el Death Metal (CEMETARY es un gran ejemplo) o hacia una evolución que pasó por el Doom atmosférico y el Gothic Rock en TIAMAT, la ya citada banda que antes fue TREBLINKA.

Thergothon, banda de Funeral Doom-Death metal
Thergothon, banda de Funeral Doom-Death metal

La leyenda finlandesa THERGOTHON es uno de los indiscutibles padres del Funeral Doom. Formado en 1990, en 1994 editó el gigante “Stream From The Heavens”. Compatriotas suyos fueron UNHOLY, precursor olvidado del Death/Doom, y SKEPTICISM, otro referente del Funeral Doom que lleva en pie desde 1991. Y en el mismo país empezó a coquetear con la fusión de Doom y Black Metal BARATHRUM (desde 1991), mientras en Alemania se embarcaba en un sonido similar BETHLEHEM, que editó en 1994 el clásico “Dark Metal”, un disco que además anuncia con su título un nuevo subgénero, casi un cajón de sastre que recoge sonidos y texturas que no terminan de encajar en otros lugares.

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Juanma Rubio
Juanma Rubiohttps://www.hellpress.com
De la vieja guardia a base de cumplir años, y ya van suficientes como para que cumplirlos sea una putada. Me gano la vida escribiendo y llevo más de un cuarto de siglo escuchando Metal. La gran constante de una vida que me paso intentando cumplir aquello de que hay que ser de los buenos porque ya hay demasiados de los malos en el mundo.

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7 COMENTARIOS
  1. Genial artículo. Mi enhorabuena. Completo y dando nombre y referencia a todas las bandas, que con su contribución, han aportado su grano de arena e este genial y siempre a la vanguardia, género.

    Larga vida al Metal Extremo.

  2. Como viejuno que creció al mismo tiempo que muchos de éstos estilos, después de leer un más que preciso y acertado artículo, lo menos que se puede hacer es como ha hecho el compañero que ha escrito el primer comentario: agradecer el esfuerzo y felicitar al autor.

  3. mientras Lemmy .Ozzy y compañía creaban música con distorsión.
    estos que se pintan y se hacen los demonios.estaban tomando la teta de sus mamás y eran las nenitas de su mamitas.
    ahora se hacen los demonios.aguante Lemmy …ozzi .
    los demás son nenitas

  4. Excelentísimo estudio que iré diseccionando poco a poco porque siempre hay lagunas que rellenar.

    Quizá te interese mi blog, que trata sobre un tema parecido: ¿cuál es el futuro del metal extremo?, ¿qué bandas están construyendo las bases del metal del futuro?:
    metalespeculativo.blogspot.com/2023/11/metal-especulativo-vs-metal-espectral.html

    Muchas gracias por tu trabajo.

  5. claramente desconocen a Pentagram, gran influencia para Mayhem y Euroborus, y rodo el black metal sueco. Al mismo tiempo señalar que si bien casi todo el metal es anglo, hay bandas como Pentagram, Panzer, Rata Blanca, Dorso, Sepultura, y tantas otras latinoamericanas que profesaron el metal.

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