SUICIDE SILENCE - The Black Crown

En su día fui duro, casi despectivo, con “The Cleansing”, el debut de SUICIDE SILENCE. Disco y grupo se convirtieron para mí en epítome de los peores valores de la moda que convertía en mainstream a casi cualquier atajo de muchachos con cierto tipo de nombre, cierto tipo de aspecto y un sonido a caballo entre el último Metalcore y el Deathcore de nuevo cuño. Un horror del que cada vez, como sucede con casi cualquier estilo masificado y absolutamente saturado, cuesta más rescatar buenos discos y buenos grupos, al que cada vez cuesta menos tomar por poco más que una broma de mal gusto.

La obsesión por la pose y la postura, las letras de un desteñido casi emo, los permanentes hasta el hastío breakdowns, la rutina de grooves y escasa creatividad en las guitarras y baterías, los gritos demasiado agudos y demasiado en primer plano, la sobreproducción y un amaneramiento que pretende colar como el nuevo Death Metal, género del que toma elementos pero del que apenas comprende el espíritu, una lección recitada pero apenas comprendida por un mal alumno. La fama, la moda, las hordas de fans vía red social. Todo eso, y todo a la vez en algunos casos, me apartó definitivamente de esta corriente gracias a mi contacto con discos como el citado “The Cleansing”, un referente, creo, para quienes piensan exactamente lo contrario de todo lo que acabo de decir. SUICIDE SILENCE, en el lustro transcurrido desde aquel debut, ha seguido su camino y publicado dos discos más, un “No Time To Bleed” que evité escuchar a toda costa y ahora “The Black Crown”, un disco al menos interesante. Sí, interesante. O casi: SUICIDE SILENCE ha mejorado. Mucho.


Por cuestiones casi de incompatibilidad estilística no me he vuelto, ni me imagino volviéndome en el futuro, seguidor de este grupo. Pero reconozco con gusto que los que hace unos años me parecían niñatos apenas preparados para la fortuna, la fama y la gloria, son ahora unos músicos con bagaje e intención. No hay milagros pero sí una propuesta seria y con un mensaje expresivo mucho más compactado. SUICIDE SILENCE se ha convertido en 2011 en un grupo que no se ha ganado mi corazón pero sí mi respeto. Y este “The Black Crown”, que yo quizá no vuelva a escuchar jamás, es un disco que gustará mucho a los seguidores de los citados Metalcore y Deathcore e incluso a los nostálgico (que alguno habrá…) del Nu Metal tardío. ¿Está este grupo en el camino correcto? Tal vez, aunque Century Media no le haga un gran favor al comparar su desarrollo con la intrépida historia de luminarias como BLACK SABBATH, IRON MAIDEN, MORBID ANGEL o EMPEROR… La promoción y su desmesura.

Quizá SUICIDE SILENCE ha decidido, consciente o inconscientemente, hacerse a un lado con respecto a la cada vez más trillada senda del Deathcore moderno; quizá haya tomado como nueva norma aquello de que a veces menos es más y quizá haya tenido algo que ver el productor Steve Evetts, que da un toque algo más convencional y casi (casi…) orgánico a un sonido menos clínico y artificial. Sigue, eso sí, predominando en primer plano la voz de Mitch Lucker, que ha mejorado unos registros que en su momento me resultaron casi insoportables. Ahora resulta más variado y modulado, con sus agudos algo más controlados y un mejor manejo de su voz que incluye unos pasajes guturales hasta cierto punto prometedores. El resto del grupo también ha mejorado: hay, sin grandes dosis de creatividad o innovación, algo más de recorrido en el trabajo de batería y las guitarras son menos monótonas y algo más expresivas e inteligentes. Como las canciones.

Porque en las canciones, en el desarrollo de un estilo compositivo, está el gran avance de este disco, que no se limita a una amalgama de brutalidad plastificada sino que aboceta personalidad, atmósfera y cierta lucidez. Nada extraordinario pero sintomático y desde luego por encima de mis (bajísimas) expectativas. Ahora SUICIDE SILENCE expande su monolítico Deathcore y parece cartografiar su estilo menos desde esas bases ya gastadas y más, y hay un matiz importante, desde los dos géneros tomados de forma individual: el Death Metal y el Hardcore. Las canciones respiran, los grooves son más rítmicos y aplastantes con los breakdowns en dosis digeribles y un gusto claro por el Metalcore moderno pero más convencional que predominaba antes del tsunami Deathcore e incluso por el Nu Metal de los años 90. Y el resultado es meritorio hasta para mí que nunca comulgué con ninguno de esos estilos. Mejor así y mejor desde el empeño por abrir una vía de expresividad propia que desde la tozudez por seguir tirando de un carro de mediocridad con ruedas cuadradas y demasiados pasajeros.


La apuesta es ahora el ritmo penetrante, el groove sísmico y nuevos detalles que van de atmósferas casi ambientales a pasajes metálicos lo suficientemente electrificados. Algún solo y algunos riffs interesantes, junto con algunas ráfagas Thrash (casi a lo PANTERA), mejoran las guitarras y la batería es menos monótona. SUICIDE SILENCE fluye sin el esfuerzo pasado por ser una determinada cosa. Ese intento de romper su propio molde explica también la aparición de las colaboraciones vocales: Alex Rodriguez de EYES SET TO KILL, una leyenda como Frank Mullen de SUFFOCATION y Jonathan Davis, de KORN. Y yo, fan acérrimo de SUFFOCATION y muy poco amigo de KORN, prefiero la intervención del segundo. Mientras que Mullen pasa de puntillas en la potente “Smashed”, Davis le da un toque único a “Witness The Addiction”, en clave Nu Metal y con una densidad profunda, casi post apocalíptica. SUICIDE SILENCE, vuelvo una y otra vez sobre esta idea, sigue sin hacer música que encaje en mis gustos pero ahora la hace con intención, un toque de buen gusto y una sensación de credibilidad antes impensable.

En el disco hay canciones que se me hacen pesadas y aburridas tras varias escuchas, hay un innecesario pasaje central de transición (“March Of The Black Crown”) y no faltan esos clichés de este tipo de sonido que me resultan tremendamente cargantes (véase “Fuck Everything”). Casi todas las fórmulas (casi infantiloides) de esta nueva escuela siguen presentes. Pero hay pasos evidentes en la dirección correcta: la inicial “Slaves To Substance” y su conexión Death, las citadas “Smashed” y “Witness The Addiction” o las mucho más rotundas y expresivas de lo previsto “O.C.D”, “You Only Live Once” o “Cross-Eyed Catastrophe”.

Parece que no todo está perdido para SUICIDE SILENCE ni para una escena a la que en general procuro no acercarme demasiado. Mientras que “The Cleansing” me dejo con ganas de huir lo más lejos posible de este grupo, “The Black Crown” me despierta cierta curiosidad con respecto a su futuro, que quizá alcance, si sigue por el actual camino, una trascendencia musical a priori inimaginable. Al margen de mi opinión más subjetiva, este disco tiene que gustar mucho a los seguidores de la corriente de la que SUICIDE SILENCE es cabecera y podrá sorprender gratamente a algunos de los que no han cerrado la puerta a este tipo de sonoridades. No es un mal disco y sólo con eso ya es, para mí, una notable sorpresa.

 

Juanma Rubio

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