Crónica del concierto de KRISIUN, BAEST, DEFACING GOD y TRIAGONE en Madrid (sala Copérnico, 12 de noviembre de 2023)
La noche del domingo 12 de noviembre tuvimos en Madrid un nuevo encuentro con el Metal Extremo en una gira habitual o tradicional en cuanto a su estructuración. Por un lado, nombres emergentes como los de TRIAGONE y DEFACING GOD. Por otro, los que consolidan como realidades presentes, BAEST... y la necesaria guinda del pastel: un peso pesado. Ahí arriba, brillando con un fuego extraño y encandilador teníamos la veterana formación brasileña KRISIUN, que si realmente fuera guinda en un pastel, sería amarga, venenosa y letal.
Era optimista con la posibilidad de una gran entrada en una buena sala que hacía mucho no visitaba, Copérnico, pero no fue así. Quizá el show de SISTERS OF SUFFOCATION en la misma fecha restó algo de asistencia, un ejemplo de aquello del “a veces más es menos”. Mucha oferta para una audiencia bastante fiel al Death Metal, pero limitada, en un fin de semana que encadenó conciertos notables de géneros afines en la capital como la formación vasca de Black Metal NUMEN (viernes) y FEAR FACTORY (sábado).
El domingo KRISIUN debió recibir más atención, pero los bolsillos tienen fondo para todos, un fondo siempre lleno de buenas intenciones, pero muchas veces solo acompañadas de calderilla en el mejor de los casos, cuando no telarañas. Hay que entender las limitaciones monetarias del público potencial, y siempre agradecer el esfuerzo a aquellos que apoyan como pueden a la música en vivo. Y sobre todo a los promotores como Kivents, cuyo empeño es siempre darnos Metal en todas sus formas, cueste lo que cueste.
TRIAGONE, convenció con su Death Metal Técnico
Desde Bélgica, abría la velada la formación de Death Metal Técnico TRIAGONE. Con una vocalista brasileña al frente, la juventud de todos sus miembros era evidente en sus rostros, pero no así en sus habilidades, bastante trabajadas para poder hacer el estilo con credibilidad. Aunque no aprecié tanta calidad en sus composiciones en directo, que me dejaron un tanto frío, al repasar los temas en el reposo del hogar les he sacado más virtudes.
Pero vayamos a lo que aprecié en el momento que estaban sobre las tablas de Copérnico. Si bien no me atrajo en demasía su música, me pareció que contaban con un excelente guitarrista solista, Lou-Indigo Caspar. Y no, no quiero olvidarme de esta mujer, Lorena Moraes, que lleva el concierto por donde quiere. Gracias a su voz, homogénea en su fuerza durante todo el concierto (acompañada muy puntualmente por la voz Caspar) y a una buena puesta en escena por su expresión corporal, era ella quien destacaba un poco por encima del resto de sus compañeros.
Se reveló ante todos como una frontwoman sin fisuras y, seguramente, codiciada por otras formaciones. Podrá tener un gran futuro ya sea en TRIAGONE o, quién sabe, llegar a otras cuotas de popularidad en otras bandas más grandes que puedan requerir de sus servicios. Gracias a esta gira no creo que yo sea el único que se haya fijado en sus capacidades.
Con solamente un EP (autoeditado) en el mercado hasta ahora, “Sem Papyrvs”, el grupo desgranó pocos temas en una muy breve actuación, adornada por su mejor canción y que cierra dicho trabajo, “Imperivm In Imperio”, también como broche a su show. Probablemente den más que hablar desde ahora en adelante, no ya por lo buenos que puedan llegar a ser, si no por los datos objetivos: con un único lanzamiento de 25 minutos han realizado tres videoclips y se han metido en una gira europea.
En cualquier caso lo que hay es un nivel de profesionalismo notable. Esto hará que los belgas TRIAGONE pongan su pica más alta, si es que no lo está ya, respecto a la de otras formaciones similares coetáneas.
DEFACING GOD dejó un Black - Death poco original pero efectivo
¿Más torbellinos femeninos con micrófono apabullando nuestros oídos? Sí, pues en Madrid se plantaban desde Dinamarca Sandie The Lillith y DEFACING GOD, fusionando el Death Melódico y el Black Metal, con una influencia por momentos exagerada de ARCH ENEMY. Los parecidos vienen por el enfoque vocal rasgado de su vocalista, pero más aún en las guitarras de Signar Petersen y Christian Snapholt Nielsen. Y también en los puentes, estribillos, cadencia de las estrofas… vamos, partes enteras de temas muy, muy similares a los propuestos por los suecos en su etapa más laureada post Johann Liiva.
Activos desde 2015, DEFACING GOD no había lanzado su primer trabajo hasta el pasado 2022, “The Resurrection Of Lilith”, con Napalm Records. Además de alguna melodía destacable y una presencia escénica trabajada a nivel de maquillaje, ropas y poses, no llegué a conectar especialmente con su propuesta, y creo que es en parte por ese posicionamiento en paralelo con las ondas cerebrales de Michael Amott.
Además del espectáculo de Sandie, otra femme fatale de nuevo cuño para el Metal Extremo, teníamos a un bajista de una envergadura considerable en la figura de Rasmus 'Kalke'. Si su estatura era importante, a la par le iba una entrega absoluta al headbanging, siendo bastante expresivo en la interpretación de su instrumento y su aporte vocal.
De similar carácter se reveló el batería Michael Olson, que se pasó el concierto haciendo muecas y sacando la lengua desde el kit prestado por BAEST para esta gira. Por contra, Signar y Christian permanecieron, salvo algún brote de espontaneidad, bastante más distantes con el público (muy entregado en las primeras filas) detrás de sus guitarras.
Los daneses dejaron claro en Copérnico que tienen bastantes tablas, pero no todo es positivo, más allá de su desempeño en vivo. No van a reinventar el Metal, no van a ser una banda innovadora, y hasta ahí me puede valer. Lo que no considero tan aceptable es que no parece que sean capaces de ofrecer algo que no estén ya haciendo sus ídolos musicales, al menos por el momento. Cierta personalidad sobre el escenario, sí, y buenos temas… pero al final parecen demasiado las ideas de otros. Cuanto antes las abandonen y potencien las suyas, mejor.
Quizá en esta gira se les pegue algo de la espontaneidad creativa de KRISIUN, que aunque sea a partir de fórmulas viejas han creado algo auténtico y propio, inconfundible; o de sus compatriotas BAEST, con influencias también muy evidentes pero cohesionadas con mayor gracia y personalidad propia. Quizá entonces haya opción de ver otras cosas más interesantes en estos DEFACING GOD en el futuro. Lo de Madrid desde luego me quitó las ganas de más.
BAEST vuelve a refrendar en Madrid su calidad en vivo
Los daneses están consiguiendo sonar, aunque sea de nombre, a todo el mundo dentro del Death Metal. Si bien la cierta fama adquirida les puede acarrear ser señalados por el ala más true y cerril del Extremo, no menos cierto es que está bien ganada. Show, puro show, trabajado hasta las últimas consecuencias, pero con cierta soltura natural. No me quiero imaginar la cantidad de ensayos que llevan encima, o en caso de no ser tantos, el grado de efectividad de los mismos, para cuajar luego actuaciones tan fluidas como la vivida en Copérnico.
Un detalle más que refrenda esta idea del trabajo que hay detrás de BAEST es el tener un set list tocado de cabeza, algo que nos confirmó al pedir uno al final del concierto. "Está todo aquí dentro, tío", nos contaba amablemente el guitarrista Svend Karlsson señalándose la cabeza. Todo ese trabajo, afortunadamente en su caso, equivale a reconocimiento, pese a quien le pese.
Una introducción instrumental a cargo de TOTO, “Child’s Anthem”, puso las pilas a la sala en esta nueva venida de BAEST a Madrid. “Un poquito de violencia” fue la consigna más repetida de la noche por parte de Simon Olsen, un tipo de nuevo entregado, buen cantante y con cierta gracia a la hora de comunicarse con sus fans. Sabe conectar con la gente, cerveza en mano y bajando a cantar entre el público cuando hace falta, aunque ya sin su mostacho cuando nos visitó hace unos meses con AEPHANEMER.
En cuanto a las canciones interpretadas, no faltaron las habituales como "Eclessia", "Meathook Massacre", "Justitia" o "Necro Sapiens", pero dentro de un listado de temas cerrado desde hace tiempo, tuvieron a bien presentar una creación nueva que estará dentro de su futuro álbum.
En este nuevo paso por Madrid, los daneses estuvieron quizá un puntito menos intensos, aunque para decir esto tomé como medida a Mattias Melchiorsen. El energético bajista, que no paró el pasado mes de marzo dándolo todo en Silikona, estuvo más comedido y su punto de animal escénico estuvo más aplacado, pero estuvo enchufado y sonriente de igual modo.
Salvo ese mínimo pero, la de BAEST fue una divertida actuación en la que todos los músicos tomaron parte para ofrecer su carisma personal, incluso el batería, una figura que en ocasiones pasa desapercibida. No es el caso de los daneses, nadie pasa desapercibido en esta banda. Lasse Revsbech merece en ese sentido una mención a parte, por su gestualidad facial. Es todo un vacilón además de un guitarrista soberbio, y poner caras mientras toca es su especialidad, un derroche de simpatía.
En definitiva, los cinco demostraron estar perfectamente engrasados y aún con ganas de comerse el mundo. BAEST está de dulce. No trascenderán a la historia del Death Metal como un grupo diferente, pero con conciertos así y con buenos discos, tampoco hace falta mucho más para contentarme. Agradecidos por su visita a la capital, y esperemos que no sea la última.
Lo único ajeno a su gran concierto que hay que resaltar es el precio de sus discos físicos en el puesto de merchandising. Estaba por muy encima de lo aceptable, con los vinilos (no dobles) a 30 euros, mientras que KRISIUN los llevaban 5 euros más baratos y se acercaban más a los precios habituales (que no populares, por desgracia) de hoy en día… y todo esto (aunque no sea el único factor) compartiendo sello discográfico, Century Media.
La fuerza infernal que no sonríe se llama KRISIUN
El mundo gira y cambia, pero hay cosas que nunca dejan de suceder y mantenerse como lacras de la humanidad. Hambre, guerra, esclavitud... muerte. Desde 1990, hay algo que mortal que tampoco ha cambiado en la faz de La Tierra, aunque en este caso para bien: KRISIUN. Este trío unido por la sangre (gracias a sus progenitores por esta demoníaca genética) y por el Metal que componen los hermanos Kolesne es indisoluble e incorruptible. Son los tres mismos tíos escupiendo vapor de azufre, llamas y sombras 33 años después (con muy breves aportes de otros dos guitarristas en los años 90) y eso es muy, muy raro de conseguir.
Ellos tienen esa bella rareza, ese pacto infernal inquebrantable, y en Madrid volvieron a demostrar, una vez más entre sus muchas visitas, que por ese y otros motivos son uno de los nombres clave entre los veteranos. Sin embargo, parece que gozaron de menos público que BAEST, que supongo están en un pico de popularidad, aunque eso a los brasileños les dio exactamente lo mismo. KRISIUN se limita a hacer su concierto, y eso ya es más que suficiente.
Si abriéramos un diccionario y buscásemos la palabra estoicismo, ahí debería haber una foto de estos señores. Su impasibilidad, frialdad y seriedad podría parecer anticlimática para un concierto, pero nada más lejos de la realidad, pues es su mayor seña de identidad. Su poder en directo reside precisamente en que encaran los conciertos con muy mala hostia y un punto de soberbia gestual, que no real: hay pocas bandas que hayan logrado tanto son tan humildes como KRISIUN.
Ante su público esa humildad se hizo de nuevo más que notable, pues se hartaron de chocar los puños con las primeras filas (sin dejar de fruncir el ceño, eso sí) y repetir y recalcar que, sin nosotros, no hay nada. También agradecieron a las otras bandas, a su equipo de gira y a los promotores Kivents.
Rodeados por un proyección de su logotipo en la pantalla digital y un par de telones ilustrados, empezaron con un par de temas de viejas añadas, como "Kings Of Killing" y "Ravager", para dar paso a otros de su últimos trabajos como "Swords Into Flesh" o "Scourge Of The Enthroned", y hasta el final una sucesión de tralla nueva (con bastantes canciones de "Mortem Solis", su álbum de 2022) y vieja como "Combustion Inferno" o "Bloodcraft".
En los breves intervalos de cada extenuante interpretación, se dispararon desde la mesa de sonido unas piezas de guitarra acústica perturbadoras, ideales para mantener la atmósfera. Se adornó la velada con un solo de a cargo de Max. "Esto es máxima batería", decía Alex señalando a Max, tras su sencillo pero atronador y breve intervención solista.
Con todo más que estudiado y previsto, solamente tuvieron algún problemilla en la guitarra de Moyses, que se quejaba en los primeros compases del concierto, algo que debía molestar solamente al propio guitarrista, porque desde abajo el público no lo notó. Por lo demás, KRISIUN volvió a mostrarse como el trabajo efectivo y en cadena de tres engranajes al rojo vivo, mecanismos trituradores de tímpanos. Ese estilo tan particular, retorcido, con esas repeticiones en bucle de riffs extraños y batería, acaba por meterte en un trance, un vórtice que te succiona la cordura.
Su setlist se modificó ligeramente respecto a lo previsto, añadiendo una versión hacia el final de "Ace Of Spades" de MOTÖRHEAD acompañados por Simon de BAEST, y un tema adicional al final del concierto, que se supone acabaría con "Black Force Domain". Tan raro es que tuvieron que decidir sobre la marcha cual tocar, hablando entre ellos sobre el escenario. Malignos, auténticos e irrepetibles, y muy humanos.
Los asistentes empezamos un poco fríos en la respuesta a la banda, pero con el paso de los temas la cosa se caldeó y acabó al mismo nivel que el grupo, en perfecta comunión. La outro de "El Bueno, El Feo Y El Malo" de Ennio Morricone fue un perfecto resumen del espíritu de KRISIUN. A la pregunta de Alex, lanzada al público durante el show, "¿está bueno o está malo el concierto?", puedo responder que muy malo, y a la vez muy bueno, y es que estuve literalmente tres días con dolor de cuello.
Los brasileños volvieron a demostrar, por enésima vez, que es un clásico de la historia del Death Metal por derecho, y deberían tener aún mayor reconocimiento, con más seguidores, porque es lo único que les falta. Tienen todo lo demás, como mi cariño y admiración. "Nos vemos, Madrid. Ustedes son grandes, mucho respeto", espetó Alex para despedirse de nosotros. Ustedes si que son grandes, hermanos de KRISIUN.
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