Crónica del concierto en Madrid de WYATT E. y DEÛLE (sala Silikona, 2 de noviembre de 2023)
Por fin llegó el frío a la capital. ¡Y de qué manera! Viento huracanado, lluvia y un ambiente gélido que invitaba a quedarse en casa bajo una manta viendo una película en vez de a salir a la mítica Silikona de Moratalaz para ver un concierto de esos que mis amigos etiquetan como #experiencia. Desde luego la propuesta de los belgas WYATT E. no es para todos los públicos y la escasa audiencia que tuvieron dio fe de ello. Caras conocidas, algunos habituales de cualquier concierto que haya en Madrid y también algunas personas que no había visto en mi vida -cosa rara porque, aunque sea de vista, ya nos conocemos (casi) todos en estos saraos- conformábamos el público de esa noche dispuesto a vivir un concierto de esos que no sabes muy bien cómo calificar. Un conocido lo definió como “algo diferente”. Lo compro.
El trío DEÛLE y su viaje musical ecléctico
Abriendo la velada tuvimos al trío francés DEÛLE que, durante apenas 35 minutos, intentaron caldear el ambiente con su personal y peculiar mezcla de Noise, Industrial, Doom y hasta algún ramalazo de Black Metal, muy suigéneris, eso sí. Vamos, un batiburrillo también difícil de clasificar pero que pareció convencer a los presentes conforme fueron presentando los temas de su único EP, editado hasta la fecha, llamado como el grupo.
De este modo su concierto arrancó con la larga “Le Goût Du Sang” pasados cinco minutos de la hora prevista. En ella ya pudimos apreciar la curiosa mezcla de la que hablaba al principio puesto que a su inicio pausado le sucedieron los alaridos de Elya, vocalista y teclista, así como partes más rápidas de guitarra y batería por parte de JB y Pierre, respectivamente. Toda una declaración de intenciones a la que “Chronophobique” dio continuidad.
Con un inglés bastante macarrónico, Elya se dirigió a nosotros para presentarse y anunciar una experimental “Crack à l´âme” en cuya parte inicial JB se dedicó a hacer efectos con la guitarra y su pedalera acompañada por los teclados de la vocalista mientras el corte iba ganando en intensidad hasta desembocar en los blast beats de Pierre y los gritos desgarrados de Elya. He de reconocer que, aunque al comienzo de su concierto no me dijeron mucho, poco a poco empezaron a ganar mi atención. Sobre todo me gustó mucho lo variados que fueron los ritmos de batería de Pierre a pesar de lo minimalista de su kit.
Una de las que más me gustó fue “Rond-Point Serpent”, en la que los teclados de Elya fueron muy protagonistas, antes de que anunciaran la última canción que, como era de suponer, fue la que cierra su EP y que les da nombre. De este modo “Deûle” puso punto y final a una actuación que me sorprendió positivamente pese a no ser, objetivamente, su público potencial.
Indescriptible sonido de WYATT E. en una brevísima actuación
Como suele ser habitual en este tipo de giras, los propios miembros de los grupos fueron los encargados del cambio recogiendo sus instrumentos y haciendo las últimas comprobaciones de sonido, en el caso de WYATT E. Aún así, tuvimos que esperar veinticinco minutos antes de que viéramos aparecer con sus particulares atuendos al trío belga confirmando mis sospechas de que no íbamos a ver a dos percusionistas en acción como han hecho en algún festival. Esto, claramente, perjudicaba la puesta en escena haciéndola menos vistosa pero he de decir que las cualidades del baterista Jonas Sanders (o quién fuera porque, aunque creo que era él, no lo puedo afirmar con certeza absoluta ya que han cambiado varias veces de miembro tras los parches) me dejaron flipado.
De un tiempo a esta parte parece obligatorio, si tocas determinados estilos, salir a escena ataviado con unas “pintas guapas” que te tapen la cara lo máximo posible (valen capuchas, máscaras, caretas,…) y si puedes llevar túnica, pues mejor que mejor. En el caso de WYATT E. no acabé de entender sus “disfraces”, por mucho rollo oriental que tenga su música, y me resultaron bastante ridículos, he de decir, pero ya sabemos que lo importante es la música así que correré un tupido velo en este aspecto tan secundario para mí pero que parece muy relevante últimamente, visto lo visto.
Ubicados en el escenario formando una especie de triángulo con Sébastien von Landau en el lado izquierdo encargándose de la guitarra, el sintetizador de pedales y los teclados, y Stéphane Rondia en frente suyo haciendo lo propio con el bajo, guitarra y teclado iniciaron la descarga con “Mušhuššu”, tema de casi veinte minutos que abre su última entrega discográfica “āl bēlūti dārû” y que tocaron en su totalidad. Pero claro, consta de tan sólo dos canciones…
Resulta difícil describir este tipo de música pero de ella diría que la versión en directo me gustó mucho más que la de estudio y no se me hizo para nada pesada pese a su duración y que el esfuerzo por reproducir en vivo la gran parte de los matices que tienen en disco fue de alabar. Además, a su inicio Stéphane se encargó del bajo para luego pasar a la guitarra durante unos minutos y volver a colgarse el bajo después mostrando su versatilidad escénica al igual que Sébastien hizo con la guitarra y el teclado, tanto el de pedales tocado con los pies como el típico.
Breve ovación a su término para rápidamente dar paso a “Kol Badai”, tema perteneciente al single compartido con FIVE THE HIEROPHANT editado en 2021 para el que contaron con la colaboración vocal de Tomer Damsky. Por descontado no íbamos a tener su presencia esta noche y la verdad es que el tema perdió mucha de su “gracia” sin la voz de la compositora afincada en Jerusalén. Podría decirse que cumplió la función del sorbete de limón que te dan en las bodas cuando pasas de los entrantes al plato principal, rompiendo en cierto modo el ambiente creado con la canción anterior ya que es un tema un poco más “accesible” además de mucho más corto.
Empalmaron “Kol Badai” con “Šarru Rabu”, un corte más experimental en el que los teclados y la voz, pasada por el filtro correspondiente, de Sébastien y Stéphane tuvieron bastante protagonismo aunque en la parte delantera se escucharon un poco bajas, y eso que el sonido fue bastante bueno en líneas generales. Tampoco quisiera obviar las partes de percusión de Jonas (o quién fuera), ya que en directo destacaron mucho más que en estudio, y en la parte final del tema fueron clave.
Apenas 40 minutos de concierto
Al término de esta canción el trío nos dio las gracias con las manos, no había mediado palabra en toda la actuación con nosotros y tampoco lo hicieron en ese momento, y abandonaron las tablas entre aplausos dejándonos un poco estupefactos porque llevaban 41 minutos tocando y se les había dado hora y veinte. Yo ya me temía que no iban a tocar tanto pero no me podía imaginar que iban a tocar su repertorio festivalero en su propia gira. Desde luego esperaba algo de su primer trabajo “Exile To Beyn Neharot” como “Ode To Ishtar” para cerrar y llegar, al menos, a los sesenta minutos… Pues no.
Desde luego la de WYATT E. fue una velada para los muy cafeteros de los sonidos experimentales y el Drone (yo de Doom les veo poquitas cosas, la verdad, aunque les metan en ese saco) y no me arrepiento de haber asistido pero creo que, por mucho que la entrada fuera muy asequible, semejante duración nunca puede dejar buen sabor de boca. Con dos horas de este tipo de sonidos te puedes abrir las venas en canal pero cuarenta minutos es reírse del público que paga una entrada para verte. Qué le vamos a hacer, es lo que hay.
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