EARTHRIDE - Something Wicked

This is Doom – Rock, this is EARTHIDE”. Así se presenta “Something Wicked” y así regresa un grupo que sólo necesitará presentación para los más profanos del entorno Doom. Porque proviene de Maryland, buena cuna, y porque aunque este es sólo su tercer disco en casi tres lustros de historia le acompaña la fama de sus antecesores (“Taming Of The Demons” y “Vampire Circus”) y el legado de sus creadores, especialmente el tránsito de Dave Sherman (aquí cantante, allí bajista) por SPIRIT CARAVAN. Viajan con él Josh Hart y Eric Little (ex INTERNAL VOID) en la base de ritmo y el (fundamental con los resultados en la mano) guitarrista Kyle Van Steinburg.

El viaje parece al pasado pero no es tal. O sí pero no del todo. Es en realidad un viaje al núcleo, al corazón y las entrañas de un sonido. La música (y la producción) recuerda a lo que fue pero sobre todo recuerda a lo que no debería dejar de ser. En su pureza, su falta de abalorios y su concreción está su encanto. Este es uno de esos discos que disimula para ser más de lo que parece en un primer contacto. Es el mundo real, el sonido auténtico, cuatro tipos sacando chispas a sus instrumentos. Es un disco con el espíritu mágico del Doom pero los huesos sólidos y resabiados de la clase obrera. Es algo sincero y real en un mundo tantas veces cargado de efectismo barato y es, al fin y al cabo, un sonido oscuro y crujiente pero familiar. No espectacular pero sí jugoso. Como esos pantalones que son tus favoritos y te los pones casi todos los días. No piensas en ellos, casi ni reparas en ellos. Pero te sientan de maravilla.


EARTHRIDE es en este disco más que nunca una amalgama Doom por cuyos poros supuran diversos vértices del género: la señera SABBATH, el carisma de SAINT VITUS, los ecos blues de los 70, el combate guitarrero al estilo HIGH ON FIRE, los ritmos masivos y clásicos, el Stoner / Sludge (como los comienzos de DOWN) cargado de identidad sureña… Una concepción del Metal profundamente rockera y que fluye en perfecta armonía: eso que los angloparlantes llaman flow. Y eso que llaman groove. Y un montón de riffs. Y suficiente oscuridad como para que ni todo sea tan placentero ni se olvide el trasfondo de los lamentos con aroma a cazalla de la voz quebrada de Sherman, absolutamente cómodo como maestro de ceremonias y pletórico cuando se deja acompañar por una eminencia como Wino Weinrich, que pone apoyo vocal y guitarrero a “Supernatural Illusion”, una oda de trasfondo psicodélico que sabe a SAINT VITUS, SPIRIT CARAVAN, HAWKWIND y CATHEDRAL, todo junto.

La pureza orgánica de las composiciones y la vibración instrumental del cuarteto está perfectamente recogida por la producción de Chris Kozlowski, que sabe un par de cosas del asunto y que entendió que este disco tenía que sonar a jam maldita, a EARTHRIDE tocando en tu salón, o colocándose en un garaje, o asistiendo a rituales ocultos entre bosques y pantanos… Todo eso es este disco en el que conviven y encajan como guante el proto Metal setentero, el Doom más canónico y cavernoso, los grooves entre metálicos y Stoner, el medio tiempo en clave Heavy Rock… Todo bajo la batuta de Sherman, con una base de ritmo retumbante en la que destacan los ejercicios de rendición a Geezer Butler del bajo, y con el brazo ejecutor de Van Steinburg, soberbio en el pegajoso flujo de riffs que construye y en el colorido de unos solos que ascienden hacia Hendrix.

A veces la música parece ir en caravana y a veces en tanque. Hay épica sin maquillaje, como en “Watch The Children Play”, “Zodiac”, “Supernatural Illusion” o “Force Fed Fear”, disparos certeros de Doom Rock a los que acompañan la naturalidad rítmica y accesible de “Make Up Your Mind” o “Destruction Song”, a su manera un contraste con la sangre de espíritus malignos que parece infectar “Hacksaw Eyeball” (buen título). En total, nueve canciones con mucho más carisma que aspavientos, con energía y sello de autenticidad, creadas por manos expertas y apasionadas. No extraordinarias pero llenas de riffs, personalidad y espíritu. Música bien hecha con la fórmula de siempre y que no llama demasiado la atención pero sienta de maravilla. Exactamente como tus pantalones favoritos…


 

Juanma Rubio

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